Hay cosas que nunca podremos superar ☆

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Kim

-¿Estás seguro de que esto es una buena idea? -me preguntó una vez más.

-Me has preguntado lo mismo unas diez veces en los últimos cinco minutos -le recordé, invocando la inexistente paciencia que poseía.

-Es solo que no quiero que Kinn se sienta incómodo al quedarme en su casa -confesó avergonzado-. Ya sabes que puedo ir a casa de Mew.

Habíamos tenido esa conversación desde el día anterior cuando nos dijeron que Porchay podría regresar a casa al día siguiente. En parte entendí su malestar. Joder, no es como si yo estuviera de lo más relajado.

Suponía que lo peor ya había pasado, pero eso no significaba que de ahora en adelante las cosas se volverían fáciles para todos, empezando por el hecho de que estaba llevándolo a casa, donde también vivía su mejor amigo, mi hermano.

No estaba seguro de cómo tendría que llevar esta situación, de lo único que estaba convencido era de que no iba a dejar a Porchay por su cuenta y tampoco iba a incomodar a mi hermano.

Solo me restaba crear un balance entre ambas circunstancias. Algo malditamente difícil.

-Kinn habló contigo ayer, Chay, no tienes que preocuparte por eso.

-Ya, pero no parecía convencido -comentó con una mueca.

Me acerqué hasta la cama, donde se encontraba sentado. El color en las mejillas había vuelto y las ojeras desaparecieron, pero la vulnerabilidad que desprendía su mirada, seguía firme.

-Deja de hacerte el prudente, Chay-acusó Kinn, entrando a la habitación-. Te dije que no había inconveniente en que te quedaras, lo has hecho ciento de veces y sin ser invitado.

-Lo sé, pero esta vez es diferente -puntualizó dubitativo.

-¿Por qué? ¿Por qué ahora te estás follando a mi hermano? -atacó.

Y a eso me refería cuando dije que las cosas no iban a marchar viento en popa. La habitación se puso terriblemente silenciosa. Kinn cruzó los brazos a la defensiva y Porchay no parecía para nada molesto o intimidado por aquel comentario mordaz.

-Pues, en teoría, todavía no me lo he follado -comentó de manera despreocupada.

El rostro de Kinn se transformó de desafiante a desafiado.

-¡Vete al diablo! -vociferó antes de abandonar el lugar.

Volteé hacia Porchay quien elevó los hombros inocentemente como si no hubiera dicho absolutamente nada.

-No me mires así, lo dije sin querer -se excusó con una mirada angelical.

-¿Se supone que debo creerte? -Él asintió con la cabeza y luego dobló el dedo índice indicando que me acercara.

Cuando estuve frente a él, deposité un beso en su frente y una vez más, entendí que no existía situación en la que yo terminara enojado con Chay.

-Permiso -interrumpió la enfermera entrando en la habitación con una silla de ruedas-. Todo está listo para que te marches.

-¡Oh, gracias al cielo! -exclamó Porchay.

-Aquí tienen las instrucciones con los medicamentos y los horarios -me tendió una carpeta-. Y si todo marcha en orden, te veremos la próxima semana en tu cita con el Doctor.

-Gracias -susurró con una sonrisa.

-De nada, cariño, ahora vamos a colocarte sobre la silla -anunció antes de acomodarla.

-No hace falta, P'Kim me va a cargar al estilo princesa -sonrió burlón.

-Sí, eso no va a pasar -dije tajante.

Caer en tu sonrisa - SONRÍE 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora