Afortunada propina ☆

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Kim

Caminé de un lado a otro, reuniendo la poca perseverancia que poseía. No cabía duda de que llegaríamos tarde y, desde luego, no sería mi culpa.

—¡Chay! Joder, estamos llegando tarde —grité, parado al pie de las escaleras.

Me ajusté la pajarita que acompañaba el esmoquin que llevaba puesto.

—¡Un momento! —vociferó desde el segundo piso.

—No puedo creer que aun viviendo en el mismo lugar, sigas llegando tarde —reproché incrédulo.

—Deja de quejarte, P'Kim, estoy listo —anunció apareciendo en las escaleras.

Mi aliento se atoró mientras que el reclamo quedó varado en el aire. 

Porchay se veía devastador hasta el punto de decir basta. Con un traje de color azul, los pantalones le quedaban a medida mientras que la chaqueta realzaba su figura delgada. Cuando comenzó a bajar las escaleras, acompañado de su característica sonrisa socarrona, sentí que mi corazón se saltaba unos cuantos latidos y olvidaba como mierda respirar. 

Porchay se paró al frente y solo hasta entonces pude notar que no traía una jodida mierda debajo de esa chaqueta. Levanté una mano de manera mecánica y toqué la piel expuesta. Su pecho subía y bajaba a causa de la constante respiración.

—Me has enamorado una vez más, P'Kim —confesó, pasando las manos por mi pecho y mirándome como si le hubiera colgado la luna—. Te ves impresionante.

 —Tú te ves hermoso —susurré embelesado.

Sonrió de manera altiva, el muy presumido era consciente de lo bien que se veía.

Tenía el cabello perfectamente peinado hacia atrás. Me tomó el rostro hasta acercarme para dejar un casto beso en mis labios.

—Eso quiere decir qué si me ves caminando por la calle con este atuendo, ¿Voltearías a verme? —preguntó curioso.

Le di un beso en la frente y aproveché el acercamiento para inhalar su aroma.

—Yo volvería a verte siempre, sin importar que lleves puesto —respondí con honestidad.

Porchay sonrió de oreja a oreja, contento con mi respuesta.

—Apuesto a que sin ropa también —levantó las cejas de manera sugerente.

Sonreí de medio lado y luego entrelacé nuestras manos.

—Si no nos marchamos en los próximos segundos, te llevaré a la habitación para quitarte ese traje antes de lo previsto —advertí. 

Chay respiró pausadamente mientras se lamía los labios. Maldición.

—Pues vámonos, no puedes no ir y cuanto antes termine, mejor así podré disfrutar de ese cuerpo sensacional que tienes, cariño —jaló mi mano para comenzar a caminar.

¿Cómo carajos voy a aguantar hasta poder tenerlo?

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Me consideraba lo suficientemente maduro para aceptar que el lugar que Vegas había escogido, era totalmente perfecto. Finalmente, pudo hacer algo bueno.

—Vaya, esto se ve impresionante —dijo Porchay, mirando el salón principal. 

Todo en aquel lugar gritaba sofisticación y dinero a montones, las personas lucían elegantes acordes a la ocasión. Por lo general, no era de mi agrado este tipo de sitios donde las personas se la pasaban alardeando sobre las riquezas que poseían, pero reunirlos aquí, tenía un lado positivo.

Caer en tu sonrisa - SONRÍE 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora