Compartiendo sentimientos ☆

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Porchay

Descansé los antebrazos sobre la isla de la cocina mientras tecleaba un rápido texto a los chicos para contarles que hacía menos de una hora, mi examen físico salió todo bien y mi alta médica fue dada.

Me sentía plenamente contento, era como si después de este día, mi vida estuviera a punto de dar un giro inesperado.

Unas fuertes manos agarraron el costado de mis caderas, dejé el móvil en la mesa y me giré para encararlo, de por sí, se volvió casi imposible estar cerca de este hombre y no poder tocarlo, pero cada vez que se ponía un traje con esos malditos chalecos, yo tenía que correr fuera para evitar suplicarle que me tocara.

—Hola —murmuré, pasando las manos por su tonificado pecho. 

P'Kim se sostuvo del borde de la isla a mi espalda, dejándome acorralado.

—Ven conmigo —pidió, mirando mis labios.

—¿Cómo? —pregunté en un susurró. 

—No tienes que saber donde, solo ven conmigo —añadió para luego besar mi hoyuelo.

Sentí mis piernas flaquear y me aferré a su pecho.

—¿Me estás secuestrando, P'Kim?—el brillo en sus preciosos ojos eran de otro planeta.

—Te estoy secuestrando para llevarte a un lugar donde estaremos solos —aclaró, luego dio un paso atrás y me miró como si yo fuera su comida favorita—. Ahora sube por algo de ropa y te espero en el auto.

Y cuando estaba por salir de la cocina, recogió un bolso que dejó, previamente, en el suelo. Él sabía que no me iba a negar a lo que sea que me pidiera. 

La seguridad y la arrogancia que emanaba, me tenía con la polla completamente dura y sin ánimos de hacerlo esperar, corrí por las escaleras para buscar mis cosas.

Una hora después, nos detuvimos en una estación de servicios.

—Voy por algunos suministros, ¿Necesitas algo? —preguntó mirándome. 

 —¿Saber hacia dónde nos dirigimos? —intenté, batiendo las pestañas. 

—No seas impaciente, Chay—miró la hora en el tablero—, en dos horas podrás comprobarlo por ti mismo. 

—¿¡Dos horas!? —abrí los ojos de manera exagerada. 

P'Kim rodó los ojos y se inclinó hasta tomarme de la barbilla.

 —¿Necesitas algo? —repitió, ignorando mi pequeño berrinche. 

 —No, gracias. 

 Asintió y cuando intentó alejarse para bajar del auto, lo tomé por la parte delantera de la camisa hasta capturar sus labios con fervor. P'Kim deslizó su mano por mi nuca para acercarme a él. 

—No tardes —supliqué al soltar sus labios.

 En menos de un segundo, P'Kim estaba caminando apresuradamente para conseguir lo que sea que haya ido a buscar.

.

.

.

La noche había caído cuando P'Kim detuvo el vehículo en el que sería nuestro lugar de escapada por los próximos tres días. 

Bajamos en silencio y nos detuvimos en el pequeño camino que nos conduciría a la entrada principal. El lugar era extremadamente hermoso, con árboles por doquier y el aire que se respiraba era placenteramente puro.

Ni hablar de la hermosa cabaña que yacía al final del sendero. 

—Voy a bajar las cosas, puedes adelantarte —anunció, entregándome la llave. 

Caer en tu sonrisa - SONRÍE 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora