Estoy al límite ☆

560 62 3
                                    

Porchay

Sus fuertes dedos me tomaron del brazo cuando puse un pie dentro de mi casa, me arrastró por el pasillo hasta llegar a mi habitación donde me lanzó sobre el suelo.

Se subió a horcajadas sobre mi delgado cuerpo mientras me clavaba las uñas en el rostro.

Mi padre gritaba, gritaba tanto que yo solo escuchaba un chillido agudo. Sus ojos estaban inyectados en sangre a causa del enojo que desprendían. Muchas veces lo vi furioso, pero no hasta el punto de sentir que iba a matarme.

Yo sabía que una vez que pisara este lugar, solo tendría dos salidas y, lamentable, ninguna de ellas era favorable, pero la migaja de ilusión seguía latente.

—¡Estuviste metiendo tus narices en mi habitación! —gritó a todo pulmón mientras el primer puñetazo impactaba en mi mejilla—. ¡¿Sacaste algo?!

—N-no —respondí como pude.

—¡Deja de tartamudear! —un segundo golpe fue directo a mi pómulo y fue tan duro que me dejó mareado—. ¡Maldito seas!

Levanté las manos en un ingenuo intento de cubrirme el rostro, podía sentir el líquido caliente rodar por mi cara.

—Detente, por favor —supliqué.

—¿¡Qué hacías en mi puta habitación?! ¿Has llamado a la policía? —vociferó.

Negué con la cabeza, mi voz se había quedado estancada en algún lugar de mi cuerpo.

—¡Estás mintiendo! —se puso de pie—. ¿Quién era ese tipo? —preguntó refiriéndose a P'Kim.

Él podía molerme a golpes, pero jamás le daría el nombre que estaba pidiendo.

—No era nadie —intenté sentarme.

—Mientes, asqueroso de mierda, seguro es uno de esos tipos con los que te acuestas por dinero —escupió con desagrado—. Mírate nada más, quién diría que tú podrías llegar a conseguir algo con ese cuerpo lamentable que tienes —se burló.

Nunca le había respondido a Saen, siempre había aceptado cada uno de sus insultos, pero tal parece que hoy había una pizca de valentía en mí, o estupidez, si vamos al caso. Lástima que no era el momento adecuado para sacar a relucir ese pequeño sentimiento.

—Cállate, puedo ser lamentable pero nunca miraría a tipos como tu, se llama dignidad ¿La conoces? —mascullé con lágrimas en los ojos.

Cuando las palabras salieron de mi boca, supe lo estúpido que fui al pronunciarlas en un momento donde no tenía ni la más mínima ventaja de salir ileso.

—¡Hijo de puta! Acabaré con tu dignidad—exclamó con aborrecimiento.

Después de eso, caí en cuenta de que estaba condenado, sentenciado y, posiblemente, ese sería mi límite.

Mi padre arremetió contra mí, mientras me rasgaba la ropa, sus puños impactaron en mi rostro, logrando que se me escaparan aullidos de dolor, arranco mi pantalón junto con mi ropa interior, mientras el me colocaba boca abajo peleé en vano y cuando sus manos no fueron suficientes para detenerme, su pie impactó de lleno en mi abdomen, me hice un ovillo en el suelo hasta ordenarme aguantar, porque no quería morir de esta manera, aún así no me iba dado por vencido.

¡Levantar! 

¡ZaZ! 

Tan pronto como mi cuerpo reaccionó y se levantó, trate de salir corriendo a mi habitación. Saen me agarró por el cuello de la camisa al salir de la habitación y me abofeteó en la mejilla con tanta fuerza que todo mi cuerpo volvió a caer esta vez sobre la cama. 

Caer en tu sonrisa - SONRÍE 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora