«¿Qué es uno menos?
¿Qué significa una persona menos
en la faz de la tierra?».
—Ted Bundy.PRÓLOGO
Barquisimeto, Estado Lara.
Martes 15 de noviembre, 2016.
Sollozos...
Gritos...
Silencio...
Intentó con todas sus fuerzas desatar sus manos, sus muñecas ardían, se estaban haciendo daño con el cable grueso que las mantenía unidas. Esmeralda miró por milésima vez a su alrededor, todo carecía de iluminación, unos pocos bombillos eran los que alumbraban pero no hacía nada que le sirviera de ayuda para tener una idea de dónde coño* se encontraba. El chirrido de la puerta oxidada la hizo dirigir la vista a esta, el psicópata salía con una gran sonrisa desquiciada porque sabía que tenía absolutamente toda su atención; con su mano desocupada se abrochó su pantalón. La sangre le hirvió entre sus venas, Esmeralda apretó su mandíbula con fuerza y sostuvo su repulsiva mirada, sus ojos azules verdosos le demostraron diversión y satisfacción. La chama* apareció en el umbral de la puerta oxidada, temblando con determinación; su vestido se encontraba desarreglado al igual que su cabello castaño. El psicópata le hizo levantar la mirada al apuntarle con el arma de fuego en la cabeza, Esmeralda notó unos dedos marcados en la mejilla de ésta, tragó saliva en solo pensar en lo que él fue capaz de hacerle.
—Es tu turno... —anunció con voz grave el psicópata.
Arrojó a la chama hacia delante, ésta se tambaleó y cayó de rodillas, él se aferró a su cabello y la obligó a levantar, para guiarla hasta una de las columnas del lugar y la amarró como a Esmeralda. La morena lo contempló durante el recorrido que hacía hasta llegar a ella, sus facciones la hacían deducir que no pasaba de los veinte años cuanto mucho; vio como se colocaba en cuclillas a un lado de ella, de reojo observó el arma de fuego con la que apuntaba su cabeza, por películas y series, estaba segura que era un revólver; por su punta fina y alargada, por la culata pequeña y curvada.
»—¿Tienes miedo? —preguntó sonriéndole con desdén.
Esmeralda se quedó examinando su rostro para encontrar algo en concreto, pero no había dudas que estaba muy loco, apartó su mirada y se concentró en mirar a la chama, que no paraba de temblar todavía. Sintió su sucia mano apoderarse de su rostro, con fuerza la giró bruscamente para que lo volviera a mirar; su entrecejo estaba fruncido, sus ojos se habían oscurecido, vio deseo en ellos y eso la asustó; su mirada viajaba desde sus ojos hasta sus labios y viceversa. Descubrir su intención la hizo estar a la defensiva, no supo qué pasó por su cabeza, pero no pudo evitar hacerlo y le escupió en la cara antes que él le hiciera algo perverso, tomándolo por sorpresa.
La morena vislumbró como él cerró sus ojos con impaciencia, liberando su rostro y con su mano libre, limpiando la saliva de su cara para luego sonreírle como desquiciado. Guardó el revólver detrás de su espalda, aún con esa sonrisa tan malévola, Esmeralda percibió su piel erizarse y su corazón bombear sangre con desesperación... con un solo movimiento, se sintió desorientada, lágrimas se escapaban de sus ojos por sí solas; su mejilla latía, quemaba como el infierno. El psicópata volvió ha apoderarse de su rostro, lo giró nuevamente para que lo observara, con las yemas de sus dedos trazó con suavidad unos círculos alrededor del golpe que le había proporcionado.
»—No quiero hacerte daño, Bella Durmiente —advirtió en un susurro.
—Déjame ir… —pidió Esmeralda y él se negó.
Se levantó con agilidad, caminando hacia detrás de la columna donde la tenía prisionera, Esmeralda pudo sentir el cable en sus muñecas aflojarse poco a poco, experimentando una sensación de esperanza, que la invadió en lo más profundo de su ser. Al sentir sus manos libres, las examinó y se percató de las marcas gruesas rojas que le había dejado el cable.
Con dificultad logró levantarse con ayuda de la columna a su espalda, él se sitúo al frente de ella, era de su misma estatura, con su revólver en mano, apuntándole. Esmeralda buscó las pequeñas posibilidades de salir del lugar con vida, maniobrar con él no sería fácil por la debilidad que sentía y correr mucho menos al tener él un arma.
—No puedes salir de aquí —dijo como si leyera sus pensamientos y sonrió—, no con vida...
El corazón de la morena subió hasta su garganta, con un ademán con el arma, el psicópata le comunicó que debía caminar hasta la puerta oxidada; con aún el corazón en la garganta pasó a un lado de él, notó la mirada suplicante de la chama y Esmeralda se arriesgó. Se dio la vuelta y se abalanzó hacia él, lo tumbó cayendo encima de él, el revólver cayó a unos cuantos metros de ellos. Él la tomó por los brazos y los obligó a girar para quedar encima de ella, para tener el control, Esmeralda intentó derrumbarlo, pero no lo consiguió, pese que era más robusta que él.
Por su parte, el psicópata intentó alcanzar el revólver, pero la morena comenzó a moverse desesperadamente para que no lo consiguiera, llamó su atención y se ganó un golpe; su nariz sangró y sus ojos se nublaron, miró un poco borroso por las lágrimas asomadas en estos, ya no sentía el peso del psicópata y lo visualizó a un lado de ella, con el revólver en mano; se asustó al ver que no le apuntaba a ella misma sino a la chama.
»—Ella pagará tu desobediencia... —amenazó.
Y disparó con depravación.
*Coño: expresión venezolana; frustración.
*Cham@: muchach@, chic@.Chic@s, así yo me imagino a Esme. Pero cada quién es libre de imaginarse a los personajes a su manera n.n
Espero que el prólogo sea de su agrado, y que los capítulos sean así de atrapante.—Claire V. Rose.
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Daños Inolvidables 1: Sin Salida (Libro #0.5 Saga Daños)
Short StoryLa vida de Eric Montero cambia cuando su padre lo abandona y luego cuando su madre se vuelve a casar, ganándose un nuevo papá y un hermano, como si fuese poco. Aprende a trabajar duro y conseguir lo que quiere con esfuerzo, e incluso hasta el amor...