CAPÍTULO XXII

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CAPÍTULO XXII

ESMERALDA

—«Hola, Luis» —dijo esperando que reconociera su voz.

«Hola, Esmeralda. ¿Cómo estás?», le escuchó decir con emoción.

—«Muy bien. ¿Tú cómo estás?».

«No mejor que tú», susurró con aire coqueto.

Esme rió un poco al escuchar eso y fue al grano.

—«Me dijeron que abrirán hoy una nueva disco, ¿estarás allí?».

«Sí. ¿Irás?», se atrevió en preguntar Luis.

—«Claro» —afirmó y no sabía cómo decirle para que le hiciera el favor, no estaba acostumbrada a ello.

«Estupendo. —Luis se comenzó a reír—.Tal vez te invite a bailar, bueno si tu novio te deja».

—«Suena bien, además iré sola» —insinuó sin otra opción.

«¡Grandioso!»,exclamó muy emocionado.

—«También quería pedirte un favor... —Esperó a que dijera algo, pero no lo hizo por lo que continuó—: una amiga es menor de edad y me preguntaba si podías hablar con tus amigos y dejarla pasar...».

«Claro que puedo y con gusto lo haría, si se trata de ti mucho más», Esme se rió sin ganas y recordó que Débora tenía razón sobre él. Sobre que era capaz de hacer cualquier cosa solo para impresionarla y estar con ella.

—«Ella irá con Débora, mi amiga, espero que la recuerdes» —dijo con los dedos cruzados porque no quería ir junto con Débora a la discoteca.

«Si, sí. No te preocupes y espero verte esta noche», murmuró Luis y se imaginó su bobalicona sonrisa.

—«Yo igual» —contestó con falsedad y cortó la llamada.

«Esta noche será larga, Esmeralda», se susurró y hundió su rostro en su almohada.

[...]

Luis bailaba bien pero un poco exagerado con sus movimientos de caderas. Esme vio de reojo a Débora bailar con su grupo de amigos, quien con un asentimiento le agradeció por el favor que le había hecho. Le había mentido a Eric por esta salida, tuvo que decirle que no iba a salir de su casa porque quería descansar, se sentía con malestar y rechazó su invitación a cenar, eso la hizo sentir pésimo en esos momentos; no quería ni pensar el día que descubriera que él le había hecho lo mismo. Le sonrió a Luis que no dejaba de mirarla con alucinación mientras bailaban, a la morena le incomodaba su actitud y a veces sus palabras que no venían al caso. Llevaban más de dos horas bailando, se sentía cansada y sudada, con un ademán se disculpó con él y fue al baño a retocarse.

Cerca del baño, chocó contra un pecho ejercitado, alguien unos centímetros más bajo que ella, al mirarlo a los ojos, reconoció ese color verde oscuro, y la sonrisa que una vez la idiotizó.

—¿Me persigues, José? —le reclamó enojada Esmeralda.

José solo la observaba, como detallando su expresión para poder hablar. En ese transcurso, la morena pudo ver el rostro golpeado, el labio y una ceja partida, llegando a la conclusión que Débora tenía razón.

—No, solo vine a divertirme.

Esmeralda se quedó con la palabra en la boca, porque José le dio la espalda y se marchó. La morena siguió su curso, entrando al baño, se contempló en el espejo, su maquillaje estaba un poco corrido, se lo arregló y quedó estupenda de nuevo. Una chama entró y al mirarla le dio una genuina sonrisa, tenía el cabello castaño y largo.

—Gracias por ayudarme a pasar —agradeció y Esme le devolvió la sonrisa.

—De nada. Tú debes ser la amiga de Débora. ¿Verdad? —Asintió sonriente.

—Ven a bailar con nosotros, la pasarás mejor que con ese chamo. —La invitó burlona.

—Dale pues —aceptó de buena gana la invitación la morena.

Salieron juntas del baño, una nueva música comenzó. Un escalofrío le recorrió el cuerpo entero, la pista de baile se veía extrañamente vacía y al ver algo distinto se paralizó Esmeralda; su vista se nubló, las lágrimas se le salían por sí solas. Sintió una presión en su brazo y al bajar la vista hasta este, notó la mano de la chama que se estaba aferrando a ella. Un dolor en su pecho la hizo jadear, visualizó muy bien la pista y corroboró lo que había: eran cuerpos ensangrentados dispersos por toda esta, vio el de Débora y su corazón se oprimió. Todo era una masacre, miró en todas direcciones en busca de alguien con vida, pero al parecer las únicas sobrevivientes eran ellas dos, comenzaron a retroceder para esconderse. La chama, sacó su teléfono para pedir ayuda, pero la música se detuvo al instante.

—Si fuera tú, no haría eso —les dijo una voz rasposa.

Se giraron en busca del dueño de la voz, un chamo les apuntaba del otro lado de la pista con una ametralladora, por la longitud que era, lo grande y pesada que se notaba; él se le hacía familiar a Esmeralda, comenzó a recordar los mensajes poco a poco y aquel día en que lo había rechazado. La chama dejó caer su teléfono de inmediato, el chamo comenzó a acercarse hacia ellas pasando por encima de los cuerpos ensangrentados. Su mirada fría no dejó de posarse en Esme, sus ojos azules verdosos se veían oscuros y siguió apuntándoles.

—Hola, Esmeralda —mencionó el nombre con repulsión—.Todo esto lo hice por ti... —dijo mientras alzaba sus brazos maravillado con arma y todo—.¿Te ha gustado?

La garganta de la morena se terminó en secar, apartó su vista del psicópata y la fijó en el cuerpo sin vida de Débora.

»—No tenía porqué suceder esto... —prosiguió y solo Esme lo escuchó—. Pero me parecía lindo hacerlo. —Esta vez lo miró asqueada por sus palabras y él solo sonrió—.No quiero testigos —articuló cargando la ametralladora.

Comprendió a lo que se refería tardíamente, su piel se erizó; la morena percibió como el observaba a la chama con una sonrisa macabra.

—N-No... La mates —se atrevió hablar con voz temblorosa.

Sonrió con malicia el psicópata.

—¿Por qué no? —demandó burlón.

—¿Por qué me tienes a mí? —dijo insegura.

Volvió a sonreír ampliamente, para seguir apuntándoles. Tembló involuntariamente Esmeralda, la chama a su lado lo notó y supo que era una señal para asustarla aún más. El psicópata se paró al frente de ella, le colocó la ametralladora en la sien y analizó su expresión con buen humor.

—Es una buena razón... —susurró mirando de reojo a la chama—. Pero no es suficiente —determinó.

No le dio tiempo de reaccionara la morena, cuando sintió un golpe en seco en su cabezay luego vio oscuridad.



—Claire V. Rose.

Daños Inolvidables 1: Sin Salida (Libro #0.5 Saga Daños)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora