CAPÍTULO VI

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CAPÍTULO VI

ESMERALDA

Jueves 10 de diciembre, 2009.

   —No te vayas, por favor... —rogó Esmeralda.

   Ernesto su hermano, empacaba rápidamente sus pocas pertenencias en un bolso largo, tenía un tatuaje en el antebrazo con el nombre de su madre, Teresa. Esme recordó que cuando su padre lo vio, se puso furioso, le llamó delincuente y le dijo que hasta que no se lo quitara, no entrara a su casa; el temperamento de Ernesto era difícil, así como el de su padre, así que no aceptó la propuesta, además que estaba harto de hacer lo que su padre ordenaba.

   —Sabes que es necesario, Esme —susurró Ernesto en respuesta, metiendo el último trapo y cerrando el bolso. Sacó unos bolívares del bolsillo de su pantalón y se lo colocó en las manos a su hermana—. Sé que no es mucho, pero para que tengas para una emergencia... porque el viejo infeliz, no te deja darte tus lujos ni que salgas a asomar la cabeza por la ventana.

   —Quédate... —volvió a pedirle la morena.

   —No puedo. —Miró hacia el techo Ernesto, queriendo que su madre le diera fuerzas—. Aquí me siento como un pájaro enjaulado, estoy harto de hacer lo que él diga todo el tiempo.

  —Es nuestro padre, lo único que nos queda.

   —Lo sé, pero no justifica lo que nos hace —aseguró Ernesto, besó la frente de Esme y la hizo mirarlo a los ojos—. Prométeme que sí él sigue así, te irás...
  
—Lo prometo.

    Esmeralda vio como su hermano se marchaba, de nuevo veía a alguien que quería, irse, de una manera distinta a la que su madre se fue, pero al fin al cabo, estaba segura que no lo volvería a ver. Siempre recordaría lo robusto y fuerte que su hermano era, con su color de piel más oscuro que el de ella, y la personalidad gentil que nadie creería que podría tener, porque no lo conocían tan bien como ella; esperó que su nueva vida le fuera bien y la de ella también.

[...]

Miércoles 17 de agosto, 2011.

   Esmeralda caminaba de la mano junto a José, se habían hecho novios hace cuatro meses y a escondidas, porque su padre no quería que se desconcentrara, y más cuando en unas semanas entraría a la Universidad a estudiar Derecho. La morena no quería estudiar esa carrera, desde la muerte de su madre y la ida de su hermano, soñó con estudiar medicina y convertirse en una excelente doctora. Pero su vida era esta, mientras su padre la mantuviera, debía hacer lo que él dijera.

   —Bebé, ¿por qué no te vienes a vivir conmigo?

   Esmeralda se detuvo, poniéndose frente a frente ante José, que ahora era unos centímetros más bajo que ella. Los ojos claros de José le reflejaba sinceridad, pero ambos eran muy jóvenes para hablar de ese tipo de cosas, mucho tenían con hablar de sexo.

   —¿Y me vas a mantener? —requirió irritada, ya que José no trabajaba y dependían también de sus padres.

   —Podemos ver qué hacemos.

   —Eso no es una respuesta, José —lo cortó Esmeralda, frunciendo sus labios en una mueca—. Mejor no vuelvas a decir algo al respecto.

   —¿Por qué? —exigió José, alzando la voz y agarrándola de la muñeca—. Yo quiero que seas mi mujer y todo.

   —Suéltame, José —murmuró la morena, intentando soltarse del agarre.

   Cuando quiso, José la soltó, para después besarla como si eso la haría olvidar lo que acababa de pasar.

¡Doble actualización!

Daños Inolvidables 1: Sin Salida (Libro #0.5 Saga Daños)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora