CAPÍTULO XIX

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CAPÍTULO XIX

ESMERALDA

Barquisimeto, Estado Lara.

Viernes 11 de Noviembre, 2016.

—¿Qué harás en la noche, chama? —preguntó Débora.

—Salir con Eric, supongo —contestó fatigada Esmeralda.

Tenían más de media hora ella y Débora en una cola para desayunar en el comedor de la universidad, la situación del país no estaba nada bien que se dijera, por lo que la mayoría de los estudiantes se beneficiaban de este servicio gratuito, sin importar la larga espera.

—Marica, dile que vayan a la discoteca —pidió y Esme rodó sus ojos.

Débora como apenas este año se había hecho mayor de edad, no paraba en ir todos los fines de semana y los que no eran, para las discotecas. Claro era, que como era hija única de papá y mamá, hacía todo lo que le venía en gana, sin importarle arrastrar a los demás; era una chama que no trabajaba y todavía inmadura, que no le importaba gastar dinero sin más. Lo que eran polos opuestos, porque en cambio ella, tenía obligaciones en su hogar, una pareja y vivía bajo el techo de su padre, para su horror.

—No lo sé... debo preguntarle a ver si quiere ir... —Hizo una mueca disgustada ante las palabras de la morena.

—Tú y tu negatividad. —Bufó irritada, cruzándose de brazos.

—No es negatividad, Débora —se excusó Esme y vio a su amiga colocar los ojos en blanco—. Es la situación en que vivimos, no sé si él tenga dinero para que vayamos... Recuerda que está reuniendo para mudarnos a un apartamento más grande.

—¿Y no es gerente e hijo del dueño? —preguntó antipática.

—Sí —confirmó la morena, por lo que su amiga hizo gestos obvios—, pero eso no quiere decir nada, Débora.

Con gestos malasangres*, Débora se encogió de hombros, dándole entender a Esmeralda que no eran argumentos suficientes. Lo que hacía a Esmeralda enojarse por dentro.

»—Yo también trabajo, sabes que a duras penas me alcanza para la universidad y ayudar a mi padre con los gastos de la casa.

—Sí, dale pues —cortó Débora el tema.

Eso era de una de las cosas que le molestaba a Esme cada vez que lo hacía, era su mejor amiga y no entendía su situación. A veces se preguntaba: «¿Por qué me hice amiga de una chama tan inmadura?».

[...]

Abrió la puerta, Eric se veía fantástico y sexy como siempre, traía una camisa manga larga gris, su pantalón de vestir ajustado y zapatos. Se había rasurado su barba y parecía más joven; el padre de Esmeralda apareció tras de ella para asegurarse que no le había mentido con respecto a que iba a salir con Eric, como si Esmeralda fuese el tipo de mujer que salía con varios al mismo tiempo. Esme empezaba a creer que su padre no quería que ella perdiera un buen «partido», solo al saber que Eric era gerente.

—Hola, Eric —saludó Emilio afable.

—Hola, señor Emilio —respondió nervioso Eric, Esme sabía que aún le costaba agarrarle confianza a su padre.

—Cuídala —le advirtió su padre a Eric, con una mirada severa de ojos marrones claros.

Eric le asintió y se marcharon hasta su auto, un Corola plateado. Durante el recorrido, permanecieron en silencio, escuchando las noticias en la radio del carro. El teléfono de Esme vibró dentro de su bolso, al sacarlo vio que era un mensaje de Débora.

Débora.

Los estoy esperando, apúrense.

11 Nov. 23:21

Esmeralda no le contestó porque habían llegado, esperó que Eric le abriera la puerta, para regalarle una sonrisa de agradecimiento, no se le quitaba lo caballero todavía; entraron al lugar rápidamente sin hacer cola porque el portero ya la conocía por ser amiga de Débora. Eric la agarró de la mano y fueron directo a la barra, Débora estaba con un par de amigos suyos, Esme los saludó por cortesía e igual Eric. Después se dirigieron a la pista de baile en grupo, se divirtieron un rato y después Eric la jaló hacia un rincón a besarse por unos minutos. De improviso se alejó de ella, con una media sonrisa fingida le susurró:

—Ahora vuelvo...

Asintió extrañada Esmeralda y regresó de nuevo con el grupo para divertirse. Se inquietó luego de un tiempo al no ver a Eric aparecer, comenzó a buscarlo por toda la pista hasta encontrarlo en la barra; fue hasta donde estaba un poco cabreada.

—¿Dónde estabas? —soltó con reproche la morena.

Eric se giró a mirarla, estaba serio y rígido. Se echó un sorbo de cacique con refresco ignorándola y Esme vio los nudillos de su mano lastimados, con puntos de sangre.

—En el baño —contestó con simpleza Eric.

«Te miente», le susurró la subconsciente a Esmeralda.

—¿Qué sucedió? —exhortó preocupada.

—Nada. —Negó con su cabeza y Esmeralda tomó su mentón para que la mirara a los ojos.

—¿Qué pasó? —insistió, los ojos cafés de Eric se oscurecieron preocupados e indignados.

—Un chamo te observaba y me enojé, solo es eso —comentó apartando su mirada y dando otro trago a la bebida.

La morena sonrió para sus adentros, podría ser un acto de celos loco y todo, pero la hacía ser querida. Volvió a tomar su mentón y le dio un casto beso en sus labios.

—Sí, solo es eso, disfrutemos de la noche que nos queda —propuso.

Eric sonrió con dulzura y la tomó de la mano para salir de ese lugar, montándose en el auto. Esmeralda no tardó en empezar lo suyo, al entretener a Eric mientras conducía, besándole el cuello, la mejilla y llevando su mano a la erección que su novio ya tenía. Quería ir con todo, pero Eric le detuvo la mano, para alzarla y besársela, mientras la miraba de reojo y estacionaba el auto a unas cuantas cuadras, alejados de autopistas, y calles transitadas. La morena captó la señal, y de inmediato se trepó al regazo de Eric, para devorarle los labios y hacía un baile sensual encima de su miembro, restregándose sobre el lentamente.

Estaba a punto de quitarse su vestido, cuando pasó varias motocicletas alumbrándolos, así que Eric evitó que lo hiciera y tuvo que volver a su sitio.

—Mejor vayamos a mi apartamento, amor, que no me convence este sitio tan solitario —dijo Eric, pareciendo serio y observando por el retrovisor.

Esmeralda asintió, y guardó silencio, aún conmocionada e intrigada por lo que Eric hizo en la discoteca.



*Malasangre: Persona de mal carácter,gruñona, malhumorada.


Volví chic@s
Espero que les vaya gustando esta novela.
Ya está finalizando.

—Claire V. Rose.

Daños Inolvidables 1: Sin Salida (Libro #0.5 Saga Daños)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora