EPÍLOGO

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EPÍLOGO

Lunes 20 de Noviembre, 2017.

Le costaba abrir sus ojos, la luz le atormentaba y su cabeza hormigueaba. Masajeó sus párpados y abrió lentamente los ojos sin dificultad; la habitación estaba llena de aparatos, miró alrededor y estaba sola, los pitidos de esos aparatos le molestaban al igual que las mangueras que observó que su cuerpo tenía. Esmeralda quería moverse, pero no podía, sus piernas estaban adormecidas y no le respondían como deseaba, se desesperó y los sonidos de los aparatos resonaron fuerte en la habitación. Abrieron la puerta y vio un batallón de enfermeras, comenzaron a manipular los aparatos y a la vez examinarle con delicadeza, le quitaron la mascarilla de su rostro y una enfermera le colocó oxígeno en la nariz.

—¿Recuerdas tu nombre, chica? —preguntó y la morena frunció su entrecejo extrañada.

—Esmeralda Hernández Blanco —respondió segura, la enfermera asintió—. ¿Por qué no puedo mover mis piernas?

—¿Sabes qué día es hoy? —evadió su pregunta y Esme negó con la cabeza—.Es 20 de noviembre de 2017. —Tragó saliva.

—Es imposible... Estamos en el 2016, fui secuestrada —le interrumpió.

—Te tiraste de un tercer piso, quedando en coma y... —Se calló la enfermera y miró a otra colega.

—¿Y? —Esme observó a las enfermeras.

—Quedando inválida, parapléjica—culminó.

[...]

Miró a la niña, era tan pequeña... La sostuvo con cuidado, no comprendía cómo pudo sobrevivir mientras ella estaba en coma todo este año. Abrió sus ojos, Esmeralda se congeló al verlos y reconocerlo: azules verdosos.

—Es de Javier. —Escuchó decir, Eric entró y se acercó hasta ellas—. Lamento mucho lo que te hizo por mi culpa, Esmeralda. Jamás me imaginé que llegaría tan lejos.

—¿Por qué mentirme, Eric? —Le reprochó y la observó confundido—. ¿Por qué no decirme que habías descubierto que era él en el momento que me rescataste?

—No quería agobiarte más —se excusó.

Débora y todos los que estaban en la discoteca esa vez vinieron a la mente de la morena, no tenían culpa de pasar por eso al igual que Lesbia. La recordó después de un momento y sabía que ella se había ido a pedir ayuda.

—¿Dónde está la chama que estaba conmigo secuestrada? —preguntó y tomó a Eric desprevenido, respiró hondo y apartó su mirada café de ella.

—Ella... se salvó, me encontró junto con la policía y también te salvó, pero... —Vaciló y meditó, para luego mirarla—. No resistió vivir más al enterarse que estaba embarazada de él y se suicidó. Ella era una chama joven, le faltaba mucho porqué vivir.

El corazón se le encogió a Esme, recordaba cuando ella le dijo que no era fuerte y la comprendió, miró a la niña en sus brazos y luego a Eric.

—Yo también fuera hecho lo mismo si hubiera tenido esa elección. —Se ganó una mirada horrorizada de su parte y se marchó decepcionado.

Esme volvió a mirar a la niña, se veía inocente y frágil. Era blanca y sus cabellos se vislumbraban medio rubios como los de él, la puerta se abrió; esperó con anhelo a su padre, pero apareció en el umbral él con una desquiciada sonrisa

—Hora de dejar este mundo, Bella Durmiente —anunció.

Se acercó con una jeringa hasta Esmerada, se la clavó en el cuello y en segundos, la morena no podía respirar bien, sus ojos comenzaron a cerrarse y lo último que vio fueron los ojos de su hija alejándose de ella junto con él.


Hasta aquí llegó esta pequeña historia...

Quiero aclarar que porque mis personajes piensen de esa forma o hagan ciertas cosas, no significa que yo sea así, al fin y al cabo en ficción, y hasta los personajes tienen derecho a pensar o actuar de ciertas maneras.

Les informo, que pronto subiré la segunda parte, no se basará en estos personajes, pero si harán apariciones.

Nos leemos pronto.



—Claire V. Rose.

Daños Inolvidables 1: Sin Salida (Libro #0.5 Saga Daños)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora