Capítulo 39

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Nota: Querid@ lector@. Tuve que ponerle un nombre a la protagonista aparte del apellido. Me parecía algo anticuado dejar la línea vacía (_____).

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Todo a mi alrededor se sentía irreal. Pero, de alguna manera mis piernas habían logrado mantenerme firme hasta encontrarme de regreso en la van. En cuanto puse un pie dentro arrebaté el micrófono y el audífono que llevaba puestos. Me sentía abrumada y no tenía idea de cómo recuperar la cordura nuevamente.

—Myeong... —me llamó Hana usando un tono apacible.

Pronto me percaté de que todos me observaban con angustia. Lo último que quería era provocarles lástima. Entonces, decidí empezar a deshacerme de la ropa incómoda.

—¿Cómo te sientes? —preguntó con temor al mismo tiempo se acercaba para ayudarme con el saco.

—Estoy bien —les dediqué un vistazo a cada uno.

—Myeong, nosotros... —intervino la oficial Gyeom desde su asiento.

—Sólo llévenme a casa, por favor —les hice saber después de soltar un suspiro.

Ryu reaccionó al instante y se dio media vuelta para volver a encender el motor.

—Entendemos si estás molesta con nosotros, fue mi culpa insistirte a última hora —se disculpó la agente.

—No estoy molesta... Estoy cansada —pronuncié con dificultad—. Además, fui yo la que aceptó llevar a cabo la reunión.

El camino se tornó silencioso y un tanto incómodo. Nadie quiso pronunciar otra palabra. Entendían la gravedad del asunto y estaba agradecida de que pudieran darme mi espacio. No tenía ganas de conversar con nadie, tampoco podía respirar muy bien debido al nudo que se creaba sobre mi pecho. Sólo necesitaba estar un tiempo a solas para descansar. Me preocupaba que mi cabeza no volviera a mantenerse en silencio otra vez.

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Cuando la tormenta pasó. Pude darme el tiempo de sentir cada uno de los rincones de la casa. Deseaba formar parte de sus paredes, para saber si de esa manera lograba callar mis pensamientos. No quería llorar. No sentía ni siquiera un poco la necesidad de hacerlo. Parecía que me había quedado sin lágrimas. Pero era cierto lo que anteriormente había dicho; sólo me sentía cansada. Claro que también estaba molesta. Pero molesta conmigo misma por permitir que se burlaran de mí una vez más.

Esa misma tarde, después de dejarme en casa del abuelo de Gyeom. Decidieron retirarse y permitirme estar sola un par de días. No querían perturbarme con preguntas innecesarias. Aunque yo quería confesarles que no me arrepentía de nada. Habíamos logrado conseguir información valiosa para acabar con ambos objetivos.

Acepté que debía continuar, incluso si por el momento sólo era en modo automático. No quise saltarme más comidas, tampoco descuidar mi imagen personal; no lo veía necesario. Y es que era cierto que no tenía nada de sentido seguirle llorando a los muertos. Esos muertos de hace tiempo. No se sentirían muy cómodos de vernos así.

Una nueva versión compasiva tomaba lugar dentro de mi cuerpo. Tal vez era hora de encontrar el verdadero sentido de sufrir. Claro que hubo momentos en los que permanecía en cama durante todo el día, porque miles de recuerdos invadieron mi memoria. Pensé en tenerte a mi lado una vez más. En tocarte la cara. En seguirte los pasos. En sentir los latidos de tu corazón chocar bajo la palma de mi mano... En que me miraras a los ojos y me dijeras que todo iba a estar bien, pero la vida volvía a golpearme en el rostro. De una y mil maneras se había encargado de decirme que no eras para mí. Que no contaba con la osadía de tenerte a mi lado.

●~Caught Up~● [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora