El principio de un amor, la entrada de un infierno

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Una puerta nueva se está abriendo.
Esa puerta me obliga a entrar.
Está oscuro.
Está solitario.
La poca luz ilumina un cadáver a mi lado.
Corro.
Pero no escapo.
La agonía me invade.
Estoy sola.
Está lleno de cadáveres.
Pero estoy tan vacía...
Espero al único ser que anhelo ahora mismo.
Mi preciosa oscuridad.
Esto está oscuro.
Pero él hace que esta oscuridad sea hermosa.¿Dónde estás?
Te sigo esperando...
A la espera de este desesperante destino.

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-

Después de todo esto, Samael me carga en sus brazos y me mete en la tina del baño. Ahora mismo me está lavando, trae puesta solo una sudadera, su torso está desnudo, también está por fuera de la tina, me ayuda a lavarme el cuerpo, me siento adormecida, mis piernas siguen temblando.

—Angelito, ponte de pie. —Me habla Samael. —Te sacaré el vibrador.

Tenía los ojos cerrados disfrutando de sus masajes, pero apenas me dice eso, los abro rápidamente y volteo a verlo. —¡¿Qué?! ¿Cómo que sacarlo?

Samael se ríe mientras sigue masajeándome con la esponja de baño la espalda. —Angelito, el vibrador no sale solo, tenemos que sacarlo, puede ser peligroso.

Mis mejillas se vuelven inmediatamente rojas. —Pe... Pero yo no lo siento en mí... —Tartamudeo nerviosa, juro que pensé que se salió de mi cuando me vine.

—Es normal, pero estuve revisando la cama y no había rastro de eso, levántate. —Me ordena, el muy idiota se burla de mí.

Definitivamente no.

No hará eso.

—¡Estás demente! En primer lugar, ¿Por qué demonios me lo metiste?—Veo la expresión de Samael, hace un esfuerzo para no soltarse a reír. — ¡Tú sabías que pasaría esto! ¡No meterás tus dedos dentro de mí! ¡Lo haré sola! —Enfadada me levanto rápidamente de la tina, olvidando que estoy desnuda y que mis piernas no pueden sostenerse solas.

Tambaleo y eso hace que Samael me sostenga con sus brazos.

—Quiero ver como lo haces sola —Samael habla a mis espaldas mientras me sostiene. —No eres capaz ni de mantenerte de pie, permíteme ayudarte angelito. —Termina de decir con una sonrisa descarada en su rostro.

Como si esto no fuera peor.

Para completar más mi vergüenza, ahora Samael me sacará un vibrador.

¡Jamás!

—Lo haré sola, sal del baño. —Le exigí a Samael, él no dijo nada más, alzo sus brazos mostrándome que se rinde y sale del baño riéndose.

Maldición... como hago esto.

Bien.

Piensa que es un tampón.

Pero ¡Demonios! No tiene cuerda.

¿Qué hago? Maldita sea.

¡Maldito Samael!

¡Te detesto!

Mientras intentaba mantenerme firme, salí de la tina y me posicione en el inodoro, trate de pujar hasta más no poder para poder sentir el vibrador que tengo dentro de mí, después de un enorme esfuerzo, por fin lo sentí.

Mierda.

Realmente pensé que se había salido.

Metí unos dos dedos, pero no pude sacarlo.

Tentación siniestraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora