Deseo inocente

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Ahora te sueño.

Y en todos esos sueños tus brazos nunca me soltaron.

Que la luna llena de hoy, nos vea desnudos y nos cobije con su luz erótica.

Devórame.

Consúmeme.

Ya soy tuya...

🌚

Estoy elevándome en un tremendo pozo sin fondo, donde la oscuridad que emana este me consume entera. No puedo salir, solo me dejo ascender por ese enorme hueco. De pronto algo me toma de las piernas y me empujan más hacia abajo.

No puedo respirar.

No puedo moverme.

Solo estoy sumisa a lo que se viene.

A la espera de que algo o alguien que me ayude a salir.

Abro mis ojos e intento moverme. Pero el ser que me sostiene no me lo permite.

No veo nada.

Levanto mis manos y trato de soltar el agarre de quien me sostiene.

Suéltame.

Trato de hablar, pero tampoco se me permite hacerlo.

Una luz repentina sale de la nada, haciendo que mis ojos ardan, esta abunda en lo profundo.

Estoy cayendo hacia ella.

Mi cuerpo tiembla. Chocaré y moriré.

Cuando estoy apunto de llegar a ella, una voz se hace presente.

¿Alessandra?

Mi cuerpo se levanta por acción y abro los ojos con el corazón en la garganta.

Parpadeo varias veces y me doy cuenta de que acabo de tener una pesadilla.

—Dios mío. —Me pongo la palma de mi mano en mi pecho, tratando de calmar mi respiración.

—¿Tuviste una pesadilla angelito? —La voz de Samael hace que grite del susto y me pare de la cama.

Está mirándome acostado de lado con un brazo en la cabeza, está encima de la cama de mi hermana, me mira con una sonrisa en sus labios. —¿Cómo entraste? ¿Qué demonios haces aquí? —Hable reprochándole.

—Tu hermanita se fue a trabajar, así que tuve que entrar a la fuerza. —Me responde. —Estás agitada, será mejor que me haga responsable de eso.

Imposible, mi hermana jamás se iría sin despedirse de mí...

Espera...

¿Hacerse responsable? ¿Responsable de qué?

—¿Qué demonios estás tramando? —Le pregunté exigiéndole una respuesta. Samael se levanta de la cama y se acerca a mí a paso lento.

Retrocedo por instinto, porque sé, que me hará algo. —Mi hermana nunca se va sin avisar Samael. ¿Qué le has hecho a mi hermana?

—¿Mi angelito tiene miedo de que le haga daño a su hermana? —Contesta, me toma del brazo y yo choco en su pecho. Suelta una risita. —No le hice nada, solo se fue y ya. Son las doce del mediodía, angelito, arréglate, nos vamos.

¡¿Las doce del mediodía?!

Me da un beso en la frente y se aleja de mí. Saca una caja de cigarrillos sacando uno. Lo saca y empieza a fumar. —No fumes aquí, detesto el olor a nicotina. —Proteste.

Me mira de pies para arriba y sonríe. —Mi angelito me está provocando, con esa camisa de botones entre abierta, tengo una maravillosa vista de tus senos. Pero con ese pantalón de gatitos se me baja la excitación, prefiero tus batas de seda, mi amor.

Tentación siniestraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora