El renacer

2.1K 98 10
                                    

Ya no escribiré cartas con muchas palabras referente a cuanto he llegado a comprenderte y amarte.

Ahora escribiré una sola palabra que al menos me identifique como viva.

Dolor.

¿Y la tuya cuál es?

-

-

Cuatro meses después...

Recorro el castillo en busca de mi pasado. En busca de pistas.

En busca de Samael y todas esas personas que en algún momento formaron parte de mi vida.

No había nadie. El castillo estaba vacío, solo estaban los muebles tapados con sabanas, hojas regadas por el suelo, mugre, polvo y alguna que otra alma en pena que es testigo de nuestra existencia.

Era la tercera vez que entraba aquí. Al principio fue hace cuatro meses, cuando por fin pude escapar.

Cuando volví a saborear la libertad, me di cuenta de que estaba en otro país, otro idioma, otra cultura. Fue como si me golpearan con un bate, no tenía nada, dinero, ropa, familia, amigos. Nada.

Estaba desesperada por tener dinero para comprar el ticket de avión.

No sabía cómo conseguir dinero en otro país.

No sabía cómo comunicarme.

Me había convertido en una persona que dormía en una banca frente a un parque, con la vaga esperanza de que todo esto fuera una pesadilla. Despertaría junto a Samael y por fin le diría cuanto lo amaba.

No podía rendirme. No cuando hice todo lo posible por escapar.

Fui en contra de mi moral y asesiné personas.

Pero no hay remordimiento en mí, aquellas personas lo merecían.

Cuando me secuestraron estaba en una cabaña abandonada, pero que era frecuentemente utilizada para este tipo de negocios. Por supuesto, en el momento en que escape, utilice todas mis fuerzas para deshacerme de todos los que la habitaban.

Incendie la cabaña.

Todavía lo más profundo de mis entrañas recuerda lo que me hicieron.

No podré olvidarlo a menos de que estés aquí. Conmigo.

Tres meses antes...

Oscuridad y soledad es lo que hay en la celda en donde me tienen prisionera.

No sé cuánto tiempo llevo aquí, quiero suponer que una semana, pero llevaba más tiempo. Cuando me desperté por el dolor, me di cuenta de que me tenían encadenados los pies y el cuello, empecé primero con la desesperación por quitarme las cadenas, forcejeando y moviéndome con la vaga esperanza de romperlas. No tenía las fuerzas, estaba hambrienta y sedienta, el dolor era insoportable, también me di cuenta de que tenía un poco de claustrofobia. Me sentía ahogada en la celda y el sonido de gotas del agua que corría al parecer por tubos, me ponían más nerviosa.

No sabía en donde estaba.

Pero sabía lo que me harían.

Recordé aquellas palabras cuando me ayudaban a entrenar, Simón, las de Morgan, Erika, Adara y sobre todo las de Samael: Tienes que saber lo que va a pasar. Van a abusar de ti. Van a golpearte. Van a drogarte. Tienes que estar preparada y ser fuerte, Alessandra. -Dice Simón, un rastro de preocupación se le notaba en su voz, él no era de los que se encariñaban con las personas, era directo. Sin embargo, cuando cruzábamos palabras, siempre reíamos y la pasábamos bien.

Tentación siniestraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora