Ya nada era como antes

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La oscuridad consideraba aquel ángel su paraíso.

Sin ella no era nadie.

Sin ella se sentía vacío.

Sin ella no podía ser esa oscuridad que tanto miedo daba.

Porque sin su luz no puede existir las verdaderas tinieblas.

♡♡♡


Mientras Samael me abría la puerta de su lujoso auto, me monte a regañadientes, se ofreció a ponerme el cinturón para luego subirse. Estaba pensativa respecto a todo lo que sucedió arriba en el apartamento, pero me negaba a pelear con él, de hecho, una parte de mí se sentía más que complacida cuando me tomo de la mano y me saco de allí.

— ¿A dónde vamos? — Pregunte cuando ya estábamos de camino.

— A nuestra casa.

— Nuestra casa... — Repetí en silencio intentando disimular la pequeña sonrisa tímida que brotaba en mis labios, Samael se estaba convirtiendo en alguien más cariñoso, no digo que antes no era atento y detallista conmigo, o quizás siempre fue así, solo que estaba por completo en mi pequeña burbuja de lo que estaba bien y que no y, siempre me repetía que Samael no era bueno para mí por como nos conocimos.

— ¿En qué piensas angelito? — Pregunto mientras que una de las manos que tenía para manejar la puso en mi muslo, acariciándolo y presionándolo, de inmediato me fije en él, se veía irresistible mientras manejaba.

— ¿Cómo conoces al viejo? — Había comenzado la ronda de preguntas, ignorando los pequeños espasmos que nacían en mi entrepierna por su agarre.

Samael gruño. — No es importante.

— Lo es. ¿Por qué evades el tema? — Quería quitar su mano para así poder concentrarme y evitar los pensamientos pervertidos que estaba creando. — Me enojaré si no me dices.

Mientras continuábamos en carretera lisa, Samael presionaba mi muslo, disfrutaba la reacción que creaba en mí. — Lo conocí en el mercado negro. — Samael quito su mano de mi muslo y se concentró en manejar y contar el pasado. — Era un viejo muy codicioso y muy astuto, por eso le decían el depredador. No era alguien amable con la gente que le ofrecía su lealtad, era muy mezquino y despiadado con sus negocios y no, no negociaba prostitutas o niños, lo suyo era traficar armamento.

Me quedé callada para que continuara.

— En el mercado negro no todo es prostitución o gente depravada... ya me entiendes. En esos sitios se esconde el tráfico de muchas cosas que pueden ser un peligro para el equilibrio de las cosas.

Asentí, pues, ahora que viví eso en carne y hueso, comprendía todo.

— Pues en uno de ellos estaba el famoso Oliver, el depredador, era compañero de negocios de mi padre, me conoció muy pequeño. Aunque lo ignoraba por completo, el día en que asesine a mi padre, él se ofreció en ayudarme en aquel mundo oscuro. Todo iba bien hasta el día en que me traiciono.

— ¿Cómo te traiciono? — Pregunte asombrada, no conocía al viejo completamente, pero lo poco que logre hacerlo se me hacía alguien amable y leal.

— Estaba entrometiéndose mucho en mis planes, en mis negocios y cada vez me estorbaba más, ya empezaba a sospechar de él, así que el golpe de la traición no fue tan grave.

— ¿Él quería tu posición?

Samael sonrió y negó con la cabeza. — Lo que él quería era manipularme, es astuto, no sería fácil matarme, creyó que si él lograba mi completa atención podría obtener el poder en la zona roja.

Tentación siniestraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora