Una venganza desconocida

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No puedo olvidarte aunque quisiera.

Me cambiaste.

Me olvidé de mí.

Nuestras miradas se cruzaron por el extenso pasillo.

Vuelve.

No me abandones.

Estiro mi brazo.

Tómalo.

Volteas tus ojos y dejas de mirarme.

No puedo resignarme.

Mis pensamientos me están matando.

Mi pecho me arde.

Vuelve. Vuelve. Vuelve. Vuelve.

Regresa a mí.

Lo prometiste...

-

-


La oscuridad.

Contemplo a mi angelito durmiendo a mi lado, esto parece un puto sueño, el que ella se entregó completamente a mí, no puedo dejar de pensar en eso. Intente hacerlo una vez más, pero me controle, quería que ella descansara su cuerpo y no se sobre esfuerce mucho. La miro dormir abrazada a una almohada con sus pálidos brazos, sus mejillas sonrojadas, su delirante cuerpo envuelto en una simple bata blanca que se alza dejándome a la vista su redondo culo. Sus labios babean un poco, tengo que hacer un esfuerzo para no soltarme a reír, no quiero despertarla. Doy una ligera caricia en su muslo y me muerdo el labio para olvidar el deseo de desnudarla otra vez.

Quiero volver a sentirla.

Todavía hay mucho tiempo para eso, por ahora la dejaré descansar.

Volteo y la vuelvo a mirar.

Hermosa.

Definitivamente, es un ángel Alessandra.

Sonrió y le beso su frente, un ronquido sale de su boca haciéndome reír.

Me acomodo en la cama para descansar junto a ella, pero mi celular vibra, en la pantalla los mensajes de Eliot y la llamada de Erika me hacen contestar —¿Qué sucede? ¿Por qué llamas a estas horas Erika?

—Samael, atacaron la casa de la hermana de Alessandra. —Habla rápidamente, está sobresaltada, me paro rápidamente de la cama.

Mierda. —¿Se la llevaron? —Contesto enojado, volteo nuevamente a ver a mi angelito y me vuelvo para concentrarme en la llamada.

—Afortunadamente no, mis chicas y yo estábamos vigilando cuando llegaron los hombres de Abel para tratar de entrar... —Erika toma aire y sigue. —Tumbaron la puerta a la fuerza, mataron a dos de mis chicas.

—¿Cuántos eran? ¿Karolyne está bien? —Pregunto, viejo de mierda.

—Está alterada, pero está bien, eran siete hombres encapuchados. —Contesta Erika. —Samael, tienes que advertirles a ellas de esto, se está saliendo de mis manos, te recuerdo que Abel es poderoso y tienes contactos en el mercado negro y la zona roja. —Sigue hablando Erika. —Mata a ese viejo asqueroso de una puta vez.

—No es tan fácil Erika, si lo mato, nos descubrirán. —Contesto frotándome la sien, mierda, tiene razón, tengo que hablar con mi angelito sobre la verdadera maldad de este mundo. —Trae a Karolyne al castillo, estará más segura aquí.

Tentación siniestraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora