Los problemas nunca terminan

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Cuidado con las sirenas, recuerden que atraían con su belleza y mataban con su hermoso canto. 

Pero estas criaturas no necesitan de eso.

Son hermosas, que hasta esa belleza causa miedo. 

Ellas matan por justicia.

Ellas estarán dispuestas a todo con tal de defenderse.

 ♡ ♡ ♡

La presión en mi cintura hizo que despertara con un ronquido de fastidio. El dolor en mi cintura, el calor y el enorme bulto en mi espalda solo me hizo abrir los ojos llenos de vergüenza al recordar todo lo que sucedió la noche anterior.

Solté bostezo perezoso, no quería levantarme de la cama, pero el sudor en mi frente y el suponer que tenía mal aliento me despertaron por completo, alarmada de que Samael me atrapara de nuevo entre sus brazos y me acorralara, traté de moverme un poco. Entonces caí en cuenta que en realidad no podía moverme de mi lugar en la cama. Todo por culpa de unos brazos que rodeaban mi cintura y la enorme pierna envuelta en la mía. Samael dormía profundamente a mis espaldas, con su cabeza recostada en mi cabello alborotado, una mano tomando mi abdomen y la otra mi seno izquierdo.

Ni siquiera dormido deja de ser tan posesivo...

Estábamos en vueltos en una sábana fina, completamente desnudos, Samael también lo estaba, ya que cierto miembro descansaba en mi trasero. De nuevo, me revuelvo para poder salir, pero solo logré voltearme hasta estar frente a frente.

— Quédate quieta. — Ordena ronco. — Tu cabello hace que me pique la nariz.

— Entonces déjame salir.

— No. Quedémonos así.

Su propuesta me gustaba, pero el calor me generaba estrés y el estrés me generaba tedio. Quería salir de la cama, además que su cuerpo pesaba mucho. Me estaba asfixiando.

— Necesito ir al baño. — Le dije, con mi mano froté su cabello desordenado, hasta que por fin se decidió por abrir los ojos y dedicarme una sonrisa de satisfacción.

— Buenos días, angelito.

Sonreí cuando sus brazos dejaron de tomarme, estirándose y frotándose los ojos perezosamente, lucia como un niño consentido, de inmediato sus cejas se fruncieron y se relajaron, miraba sus facciones, su barba afeitada, sus tatuajes, sus cicatrices y su pecho tonificado que subía y bajaba lentamente gracias a que respiraba, pero cada vez que miraba, me hipnotizaba. Samael era irresistible y lo sabía.

Cuando noté que otra vez se quedó dormido, le di un beso fugaz en los labios y escape rápidamente al baño para empezar a hacer mis cosas. Me duche bien, cepille mis dientes y mi cabello para luego salir a buscar con que vestirme. Al cerrar la puerta del baño, la mano de Samael me atrajo hacia él.

— Te ves hermosa así.

Su comentario me hizo sonrojar, ya que estaba desnuda, no tenía nada encima, ni siquiera una toalla. El lucia igual, había salido de la cama desnudo, me era inevitable no bajar mi mirada y observar.

— ¡Dios! Me pensaba vestir... — Dije volteando mi mirada cuando Samael se dio cuenta y sonrió. — Deberías hacer lo mismo...

— ¿Por qué? Te gusta la vista.

  — No te lo voy a negar. — Respondí alzando las cejas y permitiéndome ver un poco el panorama, la habitación a la luz del día era aún más hermosa, el balcón con la maravillosa vista y por supuesto, lo que más gozaba era ver nuestra cama, desordenada.

Tentación siniestraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora