Luzbel

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Derramo sangre.

Es una rosa lo que me lastima.

Nuevamente, me he caído.

Estoy en un lugar desconocido.

Tengo tanto por decir.

Estoy llena de palabras.

Rasgue mis venas.

Rasgue mis ojos.

Estoy... ¿Loca?

Amor de mis entrañas.

Aparece.

Rescátame.

Te sigo esperando.

-

-


Eliot.

Me despierto mareado, mi cuerpo entumecido no me permite levantarme, hago intentos de acordarme que fue lo que paso antes de desmoronarme. De nuevo Luzbel salió de mí, pero por pura suerte no se descontroló y traté con todas mis fuerzas evitar que le hiciera algo a Alessandra. Me duelen las muñecas y las piernas, bajo la vista, para verlas y me encuentro con vendas en estas.

Cierto.

Me corté las muñecas con la daga que me regalo la señorita Isabela.

En el centro psiquiátrico donde me internaron, Isabela era mi enfermera; ella se encargaba de cuidarme, inyectarme los medicamentos y a veces cuando no lo requería, pero ella quería, me contaba cuentos. Cuando me descontrolaba, ella creía que los cuentos creaban algo en mí. En casos más extremos, me ataban a la cama o me obligaban a usar un chaleco de fuerza para que Luzbel no lastimara a alguien.

A veces, me siento frustrado y un poco cansado por esto.

Pero me siento responsable.

Fui yo quien creo esto.

Fui yo quien permitió que Luzbel manejara mi cuerpo.

Ahora seré yo quien se deshaga de él.

Nunca fui normal y ella se dio cuenta de eso.

No era igual a los demás.

Ella me regalo una daga, me decía que el dolor manejaría a Luzbel. Hacerme daño a mí mismo evitaría que saliera, pero... digamos que hubo un pequeño problema

Isabela se enamoró de Luzbel.

Cuando me inyectaba los tranquilizantes, resulto que ella me hacía hipnosis para que pudiera pasar al menos unos minutos con ella.

Ella tenía curiosidad de saber quién era y como se comportaba.

Y cuando logro hacerlo, charlaron un poco y fue lo suficiente como para enamorarse.

Fue bastante rápido.

No diré quién es el culpable.

Ella no lo es, solamente se enamoró de quien no debía, Luzbel solo se aprovechaba de ella para salir y conocer el mundo, fue enamorándose tanto de este que le gustaba el dolor; no sentirlo, pero si verlo en los demás, ver las caras padeciendo de las personas le encantaba. Hay casos en los que no recuerdo lo que hace Luzbel cuando estaba en los pueblos, pero imágenes cortas aparecen en mi cabeza, esas imágenes no son para nada buenas.

En fin, cuando Isabela conocía la verdadera cara de Luzbel, se enteró de que solo la utilizaba, se decepcionó, y empezó a odiarlo, tanto que termino volviéndose loca y la tuvieron que internar en otro centro psiquiátrico. No sé nada de la vida de ella hasta entonces, pero, me siento culpable por todo lo que le paso.

Tentación siniestraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora