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"Lo extraño y eso me duele demasiado, Dan."

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3 de Agosto de 2020
Maranello, Italia.

Stella se encontraba sentada en la cabecera del comedor de su casa en la espera de su hermano, para poder desayunar con él y sus "roomies".
Estaba revisando sus redes sociales cuándo tocan el timbre de la casa. Rápidamente Bianca, la encargada de mantener en orden la casa de Stella, salió de la cocina dispuesta a abrir.

-No te preocupes Bi, es Dante y seguro le da flojera sacar la llave que le di.

-Mi niño no cambia.- negó sonriendo.- En un momento les traigo el desayuno.

-Gracias.

Bianca es una señora que ha estado en la familia Ferrari desde siempre, se encargaba de cuidar a Dante, Stella y a Jules, aunque ellos ya no estuvieran tan pequeños.
Siempre que los padres de Jules salían de viaje a causa de su trabajo, el padre de los hermano Ferrari se encargaba de cuidarlo o más bien de acogerlo en su casa y Bianca se encargaba de lo demás. Ella cuenta con una habitación en la casa de Stella, ya que desde que su esposo falleció, no cuenta con otra persona, sólo la familia Ferrari.
Stella, le pidió que dejará de trabajar para ella y que sólo se dedicara a cuidar de su salud, al ser una señora de 60 años, Stella quería que ya guardara reposo a pesar de tener la misma edad que su papá, pero la señora Bianca se negó, ya que trabajando para la italiana era la manera de agradecerle todo lo que ha hecho por ella.

Bianca al nunca poder tener hijos, consideraba a ellos tres como suyos.

Los tres eran traviesos y bromistas, pero siempre responsables y buenas personas.

Dante y Stella al ser los mayores siempre cuidaban y protegían a Jules, eso era algo que Bianca amaba y le enorgullecía. Cuándo sucedió la muerte del menor de los tres, fue un golpe muy duró para ella, ya que perdió a no sólo uno si no a sus tres "hijos". El primer año, el ver a los hermano Ferrari dejar de ser las personas sonrientes y carismaticas fue un golpe muy duro para ella, al igual que a todos.
Stella y Dante dejaron de sonreír, la mayoría del tiempo se la pasaban encerrados en sus casas, no contestaban la llamada de ninguna persona, para ellos no tenía sentido la vida sin su piccolo Jules, pero esso cambio cuando su madre los mando a terapia para poder tal vez no superar, pero si poder dejar un poco el sufrimiento y así dejar a Jules descansar en paz.

Stella sonrió al escuchar cómo la puerta se abrió.

-Buenos días tonta.- Dante entró al comedor con unos lentes de sol puestos.

- Creí que nunca entrarías.

-Nadie me abrió, así que no me quedo opción.- besó la cabeza de su hermana menor.- ¿Ya desayunaste?.

𝐖𝐨𝐦𝐚𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora