Capitulo 6- Decisión

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Eran casi las 5 de la mañana y la suite de Xiang y Lee estaba oscura y silenciosa. El chico entró, tratando de no hacer ruido. Esperaba que su custodio estuviera dormido, cansado de esperarlo. Quería dormir y luego afrontar su reprimenda.

Tenía sed, así que antes de irse a la cama fué al frigobar a sacar una botella de agua. Cuando la luz del aparato iluminó la habitación, el chico vió la fantasmal silueta de Lee, sentado en un sillón. Gritó del susto y trató de huir, pero la voz del custodio lo detuvo:

—Buenas noches, Xiang. ¿O debería decir buenos días? Casi está amaneciendo —Lee prendió una lámpara, que estaba cerca, y Xiang pudo ver su cara. Estaba molesto. Y mucho.

El chico, atrapado, solo giraba y pasaba su botella de agua de una mano a la otra, mientras buscaba las palabras exactas para explicarse. Lee no le dió tiempo:

—Supongo que estabas con esa mujer. No respondiste mis llamados.

Xiang no le respondió, pero sus orejas se pusieron rojas y el custodio se enterneció un poco, aunque según su opinión, lo que había pasado era bastante grave:

—Mira, Xiang, yo también tuve tu edad e hice cosas de las cuales luego me arrepentí —le dijo, tratando de no sonar muy paternal, porque sabía que el chico se lo podía tomar a mal—. Pero esa mujer podría significar tu ruina…

La franqueza de Lee sorprendió a Xiang: él entendía que esa relación no podía salir a la luz o perjudicaría seriamente su carrera, pero no quería pensar en nada más que en la noche que había pasado.

—No te preocupes, Lee. Solo fue una vez —le aseguró—. No volveremos a vernos.

Sabía que eso era mentira: ya extrañaba los besos de Marielle, y tener su cuerpo tibio entre sus brazos. No quería enamorarse: solo quería sentir la pasión de esa mujer experimentada, capaz de llevarlo a un punto de deseo que nunca había tenido con las chicas de su edad.

Le dio las buenas noches al custodio y se fue a su cuarto. Aún le parecía sentir el perfume que usaba la bella mujer, y se acostó ardiendo en deseos de volver a estar con ella.

                            ***

En tres días se terminaba la semana de licencia que la agencia le había dado a Xiang. Se había vuelto a encontrar con Marielle, y tuvieron una noche de sexo aún mejor, sin los nervios de la primera vez.

Cuando Xiang, extenuado, estaba a punto de quedarse dormido, Marielle tiró la bomba:

—Hoy es mi último día en Arles, Xiang. Mañana debo viajar a Estados Unidos…

El chico se quedó callado: su hermosa aventura se estaba terminando. Después de unos minutos de silencio, ella 

 le dijo:

—Quiero que vengas conmigo…

La propuesta sorprendió al chico, que durante toda su vida había obedecido a los demás: a sus padres cuando era pequeño, a sus maestros cuando era estudiante, y ahora a sus empleadores. Nunca había sido dueño de su vida, y parecía que todo el mundo podía decidir por él, menos él mismo.

—Me gustaría, Marielle, pero mi vida es muy complicada...

La mujer no conocía a Xiang, y ni siquiera sabía que fuera famoso en su país, y él tampoco podía decírselo. Recordó las advertencias de Lee y decidió quedarse callado, a pesar de que le daba pena terminar esa relación así. No quería tirar todo su esfuerzo por la borda por algo que no tenía futuro, pero esa hermosa mujer lo había hecho vivir cosas que nunca había sentido con otras mujeres.

—Es una pena, Xiang… —le respondió Marielle, con la voz apagada—. Tal vez podamos vernos algún día que vaya a China...

—Eso me gustaría mucho… —respondió el chico. Volvieron a besarse, con la sensación de que esa era la despedida. Pero a Xiang le vino un repentino brote de rebeldía. No podía dejar las cosas así—. Déjame hacer unas averiguaciones, Marielle, y después te contesto si puedo o no irme contigo...

La mujer le sonrió y apretó su cuerpo contra el del chico, que la volvió a abrazar mientras la besaba. Si esa iba a ser su última noche, tenía que ser inolvidable. Y él pondría todo de sí para que así fuera.

Obsesión en francés Donde viven las historias. Descúbrelo ahora