Capítulo 24- Declaración

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Sienna se instaló en la casa de los padres de Xiang, con Li como acompañante. El lugar era muy tranquilo y seguro.

Sabía que tenía una cita con los abogados que llevaban su caso. Ya no tenía mucha seguridad de que algo fuera a aclararse, y tenía bastante miedo a ser descubierta. El episodio de la grabación del programa de televisión, la había hecho darse cuenta de que su cara todavía era conocida en China. No quería volverse paranoica, pero le costó salir de la casa el día que tuvo que ir a hacer su declaración.

Iba en el auto con sus custodios, cubierta con todo lo que pudo encontrar. Se había puesto un sombrero, tapabocas, lentes de sol y encima de todo la capucha de su chamarra.

—Señorita Sienna… —le preguntó Yu—. ¿Se encuentra bien?

—Sí… más o menos —respondió la chica —Estoy un poco nerviosa...

—Lo imagino —le dijo el custodio, reflexivo—. No se preocupe por que la hayan reconocido, señorita. Nadie va a traicionar el deseo de Lao Chen de mantenerla oculta…

—No lo sé, Yu. Desde que me descubrieron, tengo un mal presentimiento. Siento que todo se está saliendo de control. 

—Trate de calmarse, señorita Sienna. Recuerde que ahora tiene que ir a ver a los abogados y contarles todo lo que le pasó, con tranquilidad y sin olvidarse de nada.

Por desgracia, Sienna recordaba todo con lujo de detalles: la noche en que terminaron de grabar el programa en donde se buscaban nuevos talentos, cuando ella iba hacia los camerinos Chris Wen la atrapó por un brazo, en un lugar en donde no había testigos ni cámaras de seguridad. Recordaba su obscena propuesta, su mirada turbia y la mano caliente y sudorosa  que apretó su brazo.

Ella había querido soltarse, pero el hombre no estaba acostumbrado a las negativas: quiso besarla por la fuerza, pero tuvo que soltarla después de que ella empezó a gritar. En venganza, el hombre despechado esparció en secreto el rumor de que ella lo acosaba, tal vez para ganar el concurso. Pronto el falso rumor tomó estado público.

                        ***

Sienna estaba avergonzada y muy nerviosa cuando llegó al estudio de abogados, pero esas personas, acostumbradas a recibir ese tipo de casos, la trataron muy bien. Sabían que la situación que tenía que relatar la chica era difícil y traumática, y el interrogatorio lo dirigió una abogada, para que se sintiera más tranquila.

Recordar todo el suceso era una cosa, pero tener que decírselo en voz alta a un grupo de personas, resultó ser muy difícil. Sienna se puso tan mal que no pudo terminar su declaración. El abogado llamó al custodio:

—Señor Yu, la señorita Sienna está muy nerviosa y va a ser difícil que nos cuente todo lo que le pasó. ¿Será posible que pueda hablar un poco con Xiang? Tal vez eso la calme.

Yu llamó al celular de Lee, que estaba acompañando al chico. El custodio le explicó la situación.

Lee se acercó por el costado del set, donde Xiang estaba concentrado, tratando de aprender sus líneas, antes de empezar la toma.

—Xiang... Xiang... —lo llamó casi en un susurro.

El chico lo miró, extrañado. Notó su cara de preocupación, y se acercó a él.

—¿Qué pasa, Lee?

—Lo siento, Xiang, pero te están llamando desde Shanghai. La señorita Sienna está en el estudio de abogados, y no ha podido declarar porque está muy nerviosa. Ellos querían ver si tú podías hablar un poco con ella.

—Si, claro. Dame un minuto, que voy a avisar que tengo que salir —Xiang puso una excusa cualquiera, y pidió diez minutos de descanso. Preocupado, llamó a la chica:

—¿Sienna, cómo estás?

Ella le contestó, tratando de fingir una voz normal:

—Estoy bien...

—No parece... —le respondió él—. Cuéntame linda, ¿qué es lo que anda mal?

—Estoy declarando en el estudio de abogados, pero no sé... Me está costando mucho contar lo que me pasó. 

—¿Quieres esperar y que yo vaya contigo cuando vuelva a Shanghai?

—¡No! Sería peor... —Sienna pensó en que se iba a avergonzar aún más si Xiang escuchaba la historia completa,  y su voz se quebró.

El chico sintió que algo andaba mal: tal vez la experiencia de Sienna había sido peor de lo que pensaba. Sintió que podía golpear a Chris Wen en ese momento, si lo tenía delante.

—Linda... —musitó, entristecido—. Debes aprender a confiar en mí. No te voy a pedir que me cuentes todo, si no quieres, pero creo que te haría bien hablar con alguien de lo que pasó.

—Lo sé. Voy a tratar de entrar ahí, y declarar...

El chico la oyó suspirar, y se dio cuenta de que Sienna se estaba conteniendo para no llorar. Había cometido un error al no acompañarla: ella estaba entre personas que no conocía, teniendo que relatar la peor experiencia de su vida. No podía dejar que pasara sola por eso:

—Linda, será mejor que no lo hagas. Espera a que yo vuelva, y vemos qué hacemos. ¿Sí?

—Pero, Xiang...

—No, Sienna, no —El chico se puso firme—. Me niego a que pases por esa experiencia tú sola. Voy a llamar a los abogados para que detengan todo, y esperen a que yo vuelva. Pásame con Yu —La chica le dio el teléfono a su custodio—. Yu, llévate a Sienna de ahí. No quiero que declare. Yo llamaré a mi abogado y le explicaré todo.

—Muy bien, Lao Chen.

Sienna protestó un poco, pero en el fondo estaba aliviada de no tener que seguir relatando su mala experiencia ante esa gente que no conocía. Yu y el chofer la llevaron de vuelta a la casa de los padres de Xiang. El chico, después de hablar con los abogados, había hablado con Li para que le preparara a Sienna uno de sus platillos predilectos, para tratar de consolarla un poco.

Las dos mujeres habían hecho amistad en los días en que estuvieron solas, y Li pudo conversar con ella y tranquilizarla. 

—No tienes apuro para contar lo que te pasó, Sienna. Podrás hacerlo en un momento en que estés más tranquila. ¿Estás segura de que no quieres hablarlo primero con Lao Chen?

—Es muy difícil, Li. Sé que voy a tener que contárselo en algún momento, pero es muy vergonzoso. 

Antes de que empezara a llorar de nuevo, Li le preparó un té de hierbas sedantes, que la relajsron y le dieron sueño.

Durmió toda la tarde. Cuando abrió los ojos, vio que Xiang estaba acostado a su lado y la observaba, silencioso. Después de que terminó de hablar con ella, ya no pudo seguir la grabación. Estaba demasiado distraído. Había tomado un vuelo de urgencia para Shanghai.

—¡Xiang...! —Sienna comenzó a llorar de nuevo, entre los brazos del chico.

—¡Maldito Chris Wen…!

Obsesión en francés Donde viven las historias. Descúbrelo ahora