Capítulo 21- Encuentro

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El sol comenzaba a asomarse por la ventana. Sienna se estiró en su cama, somnolienta. Aún era temprano; podía quedarse otro rato entre las sábanas. 

Tomó su teléfono nuevo, descargó algunas aplicaciones que le faltaban y se puso a navegar por internet, intrigada por buscar su nombre. Por suerte ya nadie hablaba de ella. Había mucha información sobre Xiang, pero tampoco quiso ver demasiado: no quería sentirse abrumada por los comentarios maliciosos de los haters.

Después buscó a Chris Wen: ese hombre todavía era alguien respetado y conocido, aunque su estrella parecía estar apagándose. Había muchos presentadores más jóvenes que venían pisando fuerte y lo estaban eclipsando. Aún le quedaba el respeto de la industria por su trayectoria, e integraba el jurado de un concurso de canto no muy popular.

Sienna recordó el maldito concurso en el que se había inscripto, y la manera en que todo había terminado: con ella huyendo de China como una delincuente, repudiada y odiada por todos. Dejó el aparato porque se estaba poniendo ansiosa, y se decidió a salir de la cama.

-—Buenos días, Li —Saludó al ama de llaves, que hacía rato estaba despierta y aprontando todo para la llegada de su jefe.

—Buenos días, Sienna. ¿Descansaste bien?

—¡Estupendamente! —aseguró la chica, y la mujer sonrió.

—Me alegro mucho. Siéntate, que ya te preparo el desayuno.

Después de desayunar, la chica llamó a Yu, que le había prometido llevarla a dar una vuelta y conocer la ciudad. Debía ocuparse en algo mientras llegaba Xiang, sino el día se le iba a hacer eterno.

Antes de que llegara el custodio, Li le señaló una puerta en el pasillo.

—¿Quieres entrar a la sala de tesoros de Lao Chen?

—¿Sala de tesoros? ¿Qué es eso?

—Ven conmigo, te la mostraré.

La habitación que le mostró la mujer, era como una exhibición de trofeos: allí estaban todos los premios que Xiang había ganado a lo largo de su carrera, además de algunos regalos especiales de admiradores. En una esquina había una gran computadora, y en el centro una mesa con unos complicados puzzles chinos, a medio armar.

—Este es el esparcimiento de Lao Chen —le explicó la mujer—. Acá pasa horas, armando estos juegos, o en la computadora.

—¿En serio? —inquirió Sienna, un poco sorprendida, ya que el chico jamás le había había hablado de que tuviera afición por los puzzles chinos. Li sonrió mientras le explicaba:

—Lao Chen todavía es un chico aunque tiene una mente muy madura y sabe lo que quiere. Confía en él. Si hay una manera de aclarar lo que pasó, él la hallará.

                        ***

Yu había ido a pasar a buscar a Sienna para llevarla a dar un paseo, cómo le había prometido. El auto era conducido por un chofer, y el custodio iba sentado a su lado. Atrás iba Sienna, sola. 

La chica se sintió extraña. Nunca había tenido esa sensación de ser una especie de estrella que debía ser cuidada de la gente. 

—Yu...

—Dígame, señorita...

—¿Cuántos custodios tiene Xiang?

—Bueno... depende del lugar a donde vaya. Nunca viaja con menos de tres, además de un par de asistentes. Pero a veces hay que pedir una guardia policial, cuando hay mucha aglomeración de fanáticos. 

Obsesión en francés Donde viven las historias. Descúbrelo ahora