Capítulo 30- Libertad

1 3 0
                                    

Marielle estaba furiosa. Ella había localizado a Wen en primera instancia, y lo había puesto al tanto de la aparición de Sienna en China, y también de la relación de la chica con Xiang. Al recibir esa noticia, el hombre había ordenado que se esparciera el rumor, para complicar aún más la opinión que tenía el público sobre Sienna, en caso de que los chicos tuvieran intenciones de hablar del pasado e incriminarlo.

Pero nada había salido como ella quería: en una última y desesperada jugada, por celos, decidió arruinar la relación de Xiang con Sienna, aunque ella ya no pudiera conquistarlo. Fue a buscar a la chica para hablar directamente con ella. Con un pañuelo en la cabeza y lentes oscuros, se presentó un día en la casa de Luoluo.

—¿Quién es usted? —le preguntó la chica, desconfiada por la forma en que la mujer venía cubierta.

Pero Sienna, que se había asomado a observar a la persona que había golpeado la puerta, la reconoció y le hizo un gesto a su amiga para que las dejara solas.

—¿Usted es Marielle, verdad? —le preguntó, mientras sostenía la puerta apenas abierta. Por supuesto que no le iba a permitir entrar a la casa—. Parece que no piensa darse por vencida... 

—Niña, tú no tienes nada que hacer al lado mío —le respondió la mujer mientras le hacía un gesto altanero—. ¿Sabes que Xiang y yo tuvimos un romance antes de que te conociera? 

Sienna la miró fijo, con una ligera sonrisa mientras le hablaba:

—Por supuesto que lo sé. Él me lo contó todo —le respondió—. Pero esa relación se terminó hace mucho, y ahora usted ha vuelto a China para acosarlo...

—¿Acosarlo? —exclamó la mujer—. Él firmó un contrato conmigo para modelar la ropa que hice para él. Conozco su cuerpo como nadie… ¿Sabes las veces que hicimos el amor? ¿Eso te parece acoso?

Sienna trató de no ponerse celosa ante las palabras de Marielle:

—Xiang no firmó nada con usted, esos fueron manejos de su agencia. Él se enteró cuando ya estaba todo firmado, y no pudo hacer nada para quitársela de encima… —la chica le dijo una frase que golpeó a la mujer—; y él no hizo el amor con usted; solo tuvieron sexo. 

Marielle empalideció de rabia. Pero se estaba quedando sin argumentos, desarmada frente a esa chica que no solo sabía toda su historia con Xiang, sino que terminó advirtiéndole que se fuera o la iba a denunciar por hostigamiento.

Si Marielle iba a juicio, las cosas no iban a ser fáciles para ella. Con las pruebas de su acoso en manos de Xiang, y una posible acusación de conspirar con Chris Wen en contra de Sienna, corría el riesgo, no solo de perjudicar su carrera, sino de ir a la cárcel. Igual jugó su última carta:

—A Xiang no le conviene que se sepa lo que tuvimos. Sería un escándalo que acabaría con su carrera…

—Puede ser. Pero él no hizo nada malo. Los dos eran adultos, ¿verdad? —La chica le recalcó—. Sólo fue sexo, Marielle, nada que sea ilegal. Pero usted tuvo que seguirlo, hostigarlo, y conspirar contra nosotros, juntándose con un delincuente, solo para hacerle daño... Su situación es gravísima Marielle, y tal vez logre perjudicar a Xiang, pero a usted la esperarán largos años de cárcel. ¿Realmente quiere eso? —La mujer solo podía observarla, con los labios apretados y la respiración agitada, mientras la chica seguía hablando—. Y le doy un consejo, Marielle. Rescinda el contrato que tiene con Chen Xiang, y déjelo en paz. Si no lo hace, nos obligará a ejercer acciones legales contra usted. Recuerde que aún existe el video...

Esa prueba en contra de Marielle era definitiva: la amenaza de ser acusada por hostigamiento, conspiración y acoso sexual, e ir a parar a una prisión china, la aterró.

Estaba atada de pies y manos; había perdido. Sienna acalló los gritos e insultos de la despechada mujer cuando le cerró la puerta en la cara.

Unos días después llamaron a Xiang del estudio de abogados:

—Tenemos una buena noticia para ti. Marielle decidió anular el contrato con tu empresa. Ninguna de las partes tiene que pagar multas. 

Por fin Marielle se había rendido. Pero aún le quedaba una última instancia, que era la firma de la rescisión del contrato, momento en el cual se tendrían que ver las caras ella y Xiang. A pesar de que el chico no había firmado el primer contrato para representar a la línea de ropa, tenía que firmar el documento de rescisión. Xiang solo quería sacársela de encima aunque no tuviera más remedio que volver a enfrentarse con ella por última vez.

El chico llegó al estudio en donde tenía que firmar, acompañado de uno de sus abogados. Unos minutos después llegó Marielle. La bella mujer impresionó a los hombres cuando hizo su entrada, pero el único a quien ella quería impresionar, no la miró.

Mientras su abogado procedía a la lectura del contrato de rescisión, la mujer trató de hacer contacto visual con el chico, pero no lo logró. Xiang estaba hermoso, más maduro que en la época en que habían estado juntos, y ella sintió que su deseo por él estaba intacto. Sabiéndose observado, Xiang clavó los ojos en su rostro, con frialdad, y la mujer se dio cuenta de que ya no podía hacer nada. Aunque hubiera arruinado su relación con Sienna, Xiang nunca iba a volver con ella. Bajó la vista, y con el rostro tenso firmó los papeles y se retiró del estudio sin mirar otra vez al chico. 

                          ***

Esa noche Xiang y Sienna conversaron por videollamada. Xiang estaba contento: por fin se había librado de Marielle. Se indignó al enterarse de la visita de la mujer a la casa de Luoluo, y el escándalo que había armado. Pero esa charla había sido una de las causas por las cuales por fin se había rendido.

—Creo que entendió, linda. Ya no vamos a verla.

—¡Por fin, querido! Parece que las cosas lentamente están volviendo a la normalidad...

—Sí. Pero sólo faltamos nosotros. Debemos comenzar una relación —Xiang se rió y contagió a la chica.

Obsesión en francés Donde viven las historias. Descúbrelo ahora