94. Hola, tú.

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Wanda.

Las contracciones se mantenían constantes, mi parto estaba programado para una semana más, lo cual me hacía creer que quizá Yelena estaba adelantándose un poco.

—¿Nat?—Hablé a mi esposa quien dormía abrazada a la almohada para embarazadas. No sirvió de mucho que Tony gastara tanto dinero en cómodas almohadas para mí, mi esposa se apropió de todas y cada una se ellas, dejándome solamente las normales. No me quejo mientras eso la haga dormirse más rápido.—¿Bebé, puedes abrir tus ojitos?—Pregunté moviendo su muslo con suavidad, mi esposa se quejó haciendo un puchero y yo sonreí masajeando aquella zona. No, Wanda, no puedes dejarla dormir, quizá tu bebé está en camino.—Nat, es Yelena, debes despertar, bebé.

—No, señora mamá. Quiero dormir.—Susurró entresueño.—Hay un oso fuera.

Sonreí.

—Bebé...—Una contracción otra vez. Suspiré profundamente. —Por favor, despierta.

Moví otro poco a mi esposa quien lentamente abrió sus ojos y me observó con un puchero dibujado en los labios. Ella está verdaderamente molesta porque acabo de despertarla.

Es una mimada.

—Yelena viene en camino.

—Pues que venga.—Dijo volviendo a cubrirse con las sábanas. Pasaron dos segundos y se descubrió bastante animada. Corrió en busca de las cosas, animada por la idea de conocer a la pequeña. —¡Ya, ya entendí, usaré mi auto!

Bajó las escaleras corriendo, decidí levantarme y noté que mi fuente se había roto. Oh, mierda.

Me levanté con mayor prisa y caminé hasta el baño para tomar el bolso que Natasha había dejado sobre la encimera. Lo tomé, me cubrí con un abrigo y bajé las escaleras sabiendo que no faltaba demasiado para que mi pequeña deseara salir por completo. Llegué al auto y vi a Charlie durmiendo en la parte trasera.

—Nat, no. Llama a Melina...—Me sostuve de la puerta y mi esposa negó.

—Tienes aproximadamente diez minutos para que lleguemos al hospital antes de que la cabeza de nuestra pequeña salga de ti.—Mencionó emocionada. ¿Cómo sabe ella eso?—Calculé tus contracciones por la forma en que tu ojo tiembla, calculé los minutos y noté tu fuente rota al despertar, mojaste mi pijama.

Me subí rápido al auto y no dije nada. Ella tiene un don para cosas que no entiendo, pero agradezco, puedo confiar ciegamente en los cálculos de mi esposa.

—Bien, por favor. Vamos rápido y que Melina vaya al hospital por Charlie y se lo lleve a su departamento.

Nat asintió.

Al llegar mi esposa gritaba conmigo en la silla de ruedas.

—¡Un doctor, un doctor! ¡Mi hija va a nacer, por favor!

Nuestro pequeño corría en su pijama de autos a nuestro lado.

—¡Mami detente!—Pedía Charlie mientras tomaba al señor peluches por una de sus gastadas patitas. —¡Estamos cansados, mami!

Natasha se levantó, lo tomó en brazos y luego siguió avanzando mientras llegábamos a la zona de emergencias y me ayudaban a entrar, ella decidió llamar a Melina, dijo que luego iría a mi lado. Las contracciones eran cada vez más incontrolables.

Creo que en serio ya viene.

[•••]

—Hola, bebé. Ella es mami Wanda.—Dijo  mi esposa quien sostenía a nuestra bebé.—Acaba de despertar de su siesta, que bueno que te han traído ya...—Susurró y recordé que me habían dormido luego del nacimiento de la pequeña debido al cansancio excesivo que me tomó traerla al mundo.

God must hate me. [Wandanat]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora