God must hate me. [Wandanat]

52. Tonynat y Wanda.

Wanda.

Marqué el número de Natasha y en menos de dos pitidos, la pequeña rubia con tonos pelirrojos asomando en su cabeza se encontraba frente a la cámara.

—¡Uh, hola, Wanda, acabo de ir a recostar a Piolín y el señor don Pato!

Sonreí al verla quitarse la camiseta para ponerse el pijama. Linda. Analicé su torso, la extraño.

Sí, la extraño, extraño dormir en su pecho. Extraño tenerla cerca y su aroma dulce.

—¿Qué tal estuvo tu día, mi bebé?—Preguntó mientras tomaba mi cabello en una cola rápida. Observé nuevamente la pantalla, Natasha me sonrió ampliamente.

—¡Tengo una sorpresa, adivina ya mismo!—Dijo y yo lo medité antes de hablar.—¡Uh, olvídalo, te diré!

—Pero al menos déjame...

—¡Volvió Sherlock!

Interrumpió y bufé. No tiene paciencia, pero aún así, ella me gusta mucho. Linda, muy linda.

Sonreí sintiéndome más tranquila al saber que no tendría que apresurar mi regreso y mi pequeño estaba devuelta y en brazos de Natasha.

—Uh, y he adoptado a un gato, sé que debía preguntarte, ya que el departamento es tuyo, pero como nos hemos divorciado temporalmente, creo que puedo realizar una adopción de forma independiente. —Dijo ella.

Solté una risita ante su comentario, la forma de ser robótica que Natasha tiene, siempre me ha encantado, de una forma en que ni siquiera me lo explico, simplemente me pone como loca a pensar en lo enamorada que estoy.

—¿Nos divorciamos sin casarnos?—Preguntó fingiendo sorpresa. Ella asintió rápidamente. —¿Y si nos casamos, nos divorciaremos?—Pregunté y ella lo meditó.

—¿Alguna vez nos casaremos? ¡Es que ya no estamos juntas!

Sonreí mordiendo mi labio inferior.

—Pero lo estaremos cuando estemos listas.

—Yo estoy lista.—Murmuró ella. Pude sentir un dejo de tristeza en su voz.

—¿Lista para que nos veamos en dos semanas y media?—Pregunté y ella asintió.— Hey, quería hablar sobre eso contigo.

—¿Sobre qué? ¿Volverás antes?—Preguntó ilusionada. Negué y volví a ver su rostro molesto.

Un puchero acompañado de un ceño fruncido y gruñón, me hizo sonreír.

—¿Mi bebé se puso de mal humor?—Pregunté y no contestó.—Creo que sí.

—¡No es justo que sigas allí con ese señor, yo te extraño!

Me sorprendí por la forma en que reaccionó. Natasha jamás reacciona así ante nada, ni siquiera porque esté celosa.

—No estoy con nadie en éstos momentos, Nat...

—¡Siempre estás con él! ¡Yo quiero que regreses! —Dio vuelta su móvil dejando la cámara contra la cama.

—Bebé...—Hablé y pude oír su llanto suave. Dejé ir un suspiro.

—¡Quiero que regreses, quiero que regreses!—Comenzó sin dejar de repetirlo mientras mi cabeza retumbaba. —¡No quiero estar sola!

Suspiré tratando de mantener la calma. Necesito mantener la calma. Debo mantener la calma.

—Nat, por favor... Bebé.—Comencé y ella seguía llorando entre un berrinche bastante molesto.—Nat.

—¡No!