Prólogo

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Hola, cuánto tiempo ya. 

Espero estén muy bien (jajaj los que seguimos), les traigo una nueva adaptación, que a mi me enamoró por partida doble, la hermosa historia que es y porque este libro me quitó el bloqueo de lector que tuve por meses. 

Nuevamente les agradezco el apoyo y la paciencia con las publicaciones, porque no sé cada cuánto podré actualizar pero no lo dejaré a medias.

Les mando un fuerte abrazo. 😊


Prólogo


Pov. Katniss


No quería ir.

—Por favor, mamá, ¿podemos ir mañana?

Mi madre no respondió al momento; se apartó el pelo castaño claro de la cara y se secó el sudor que le salpicaba la frente y el labio superior. Tenía las mejillas rojas y relucientes por la fiebre, y sus ojos verdes parecían opacos y brillantes a la vez, como la superficie de los charcos en el aparcamiento de nuestro bloque de apartamentos después de la lluvia.

—Tenemos que ir, Kat. Hoy me siento bastante bien, y no sé si mañana podré. No me parecía que mamá se sintiera bien. De hecho, tenía peor aspecto que unas semanas antes. Incluso peor que el día que había encontrado el papel pegado a la puerta, el que la hizo gritar antes de volver a la cama durante tres días. Me daba miedo lo enferma que parecía, y no sabía qué hacer.

Solía llamar a la puerta de la señora Mags y pedirle ayuda cuando todavía vivía en el edificio. Venía con sopa de pollo y, a veces, con una caja de polos, y luego se ponía a hablar con mi madre en voz baja y tranquila mientras yo veía los dibujos animados. Siempre me sentía mejor después de que la señora Mags se fuera, y me parecía que mi madre también. Pero la señora Mags ya no vivía en el mismo bloque de apartamentos. Había tenido algo que llamaban coágulo de sangre, y se la habían llevado en una camilla blanca.

Después de eso, vinieron unos jóvenes que no había visto nunca y limpiaron su apartamento de cabo a rabo. Cuando los oí discutir sobre quién iba a pagar los gastos del funeral, supe que había muerto. Mi madre había llorado sin parar, diciendo «¿Qué voy a hacer ahora? ¡Oh, Dios! ¿Qué voy a hacer?». Yo no lloré, aunque quería hacerlo, porque una vez, cuando mi madre estaba en el médico, la señora Mags me había dicho que cuando uno muere vuela hacia el cielo como un pájaro. Y que el cielo era el lugar más precioso que cualquiera pudiera imaginar, con las calles pavimentadas en oro y flores de colores que ni siquiera existían en la Tierra. Así que traté de sentirme feliz por la señora Mags, a pesar de que echaría de menos sus abrazos, su risa, los polos rojos (mis favoritos) y la forma en que hacía sonreír a mi madre.

—Anda bien, Kat, no puedo arrastrarte. —Me apresuré, tratando de mantener el paso de mi madre. Andaba tan rápido que casi tenía que correr para no perderla—. Casi hemos llegado a casa de tu padre.

Tragué con dificultad, medio mareada. No estaba segura de si quería conocer a mi padre o no, pero tenía curiosidad. Me preguntaba qué aspecto tendría, si sería tan guapo como los actores de las telenovelas que veía mi madre. Parecía que le gustaban mucho, así que sabía que debía de haber elegido a un tipo así para ser mi padre. Me lo imaginaba de traje, con espeso cabello ondulado y dientes rectos. Tenía la esperanza de que me vería bien a pesar de los harapos que me cubrían; tenía la esperanza de que le gustaría verme a pesar de que nos había dejado antes de que yo naciera.

Llegamos a una pequeña casa con la pintura desgastada y un surtidor que goteaba, y mi madre me apretó la mano cuando se detuvo delante.

—Dios, por favor, dame fuerzas. No tengo otra opción..., no tengo otra opción... —murmuró mi madre antes de girarse y arrodillarse hacia mí para quedar a mi altura—. Aquí estamos, cielo. —Tenía los ojos llenos de lágrimas, le temblaban los labios. Yo me sentía alarmada por lo enferma que estaba. Pero me sonrió con ternura y me miró a los ojos directamente—. Kat, cielo, sabes que te quiero, ¿verdad?

Hope...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora