Dos días habían pasado desde la visita al Palacio Esmeralda, los cuales había pasado en cama. El estrés que guardaba de las últimas semanas, el cansancio y la falta de sueño por fin se habían mostrado, dejándola exhausta y sin energía para siquiera levantarse de la cama. Se sentía mal por pasar sus últimos días en la mansión descansando, pero no podía con el dolor de su cuerpo y cabeza. Las horas de luz las usaba para dormir y las horas de oscuridad para pensar, temía dormir, todavía permanecía el temor de las últimas semanas.
La flama de la vela a su lado aún se encontraba vivas, se consumía lentamente dejando un charco de cera cada vez más grande. Las horas pasaban dando paso a la medianoche donde la oscuridad se volvía más profunda que nunca, se sentía de la misma forma que cuando era más pequeña, esa sensación de soledad como si fueras la única persona viva en el mundo o como si la oscuridad de la noche en algún momento te atraparía para llevarte consigo sin dejar rastro alguno. Ahora más que nunca temía que la segunda opción se hiciera realidad.
Guardaba la necesidad de asomarse a la ventana cómo lo hacía anteriormente, se mantenía sentada en su cama con las piernas contra el pecho, la cabeza apoyada sobre las rodillas y el corazón en la boca. Su mirada estaba sobre las flores que tenía en la mesa de noche, entre un par de días se marchitarían completamente.
-Estoy cansada de pasar de esta forma, ni siquiera tengo claro a lo que le temo- le habló a la nada.
-Eso podemos arreglarlo.
Su sangre se heló y cuando por fin encontró su voz pudo hablar- Entonces muéstrate de una vez por todas- Sabía que tarde o temprano volvería a parecer ante ella, pero no pensó que sería tan pronto.
Estaba paralizada donde estaba, sus manos comenzaban a temblar al ver como la oscuridad comenzaba a propagarse a su alrededor como la última vez, pero más fuerte fue la necesidad que tenía de deshacerse del miedo que la perseguía desde que había salido de la torre. No quería esto, se suponía que cuando saliera sería libre del sufrimiento y del miedo, de que por fin sería capaz de vivir feliz y con libertad, pero no era así, desde que había salido lo único que sentía era más miedo e incertidumbre que nunca.
-He esperado más de 300 años para esto, estaré encantado de hacerlo- Su tono era burlón, pero su voz no perdía la malicia.
Al decir esas palabras las sombras que se movían a su alrededor simulando llamas se detuvieron para luego devorar todo a su alrededor para dejar paso a la nada, no había nada, solo oscuridad infinita. Sin entender el porqué, sus ojos eran capaces de ver en ella, de esa forma pudo percibir como ahora las sombras comenzaban a tomar forma, como estas se unían creando una silueta, no había ojos, ni nariz, ni boca, solo una masa humanoide formada de oscuridad.
-¿Sorprendida?
No sabía qué decir, esperaba encontrarse con un ser horrible, deforme, un hombre o incluso un demonio, pero no había nada de eso, era solo una silueta, era solo oscuridad.
"¿A qué le temía tanto?"
-Si, sinceramente me esperaba algo más... - no sabía que palabra usar
- Siento decepcionarte querida, pero no necesito de las apariencias para causar terror, mi presencia es suficiente- Su voz hacía eco en el infinito.
Lo sabía muy bien, lo había comprobado ella misma las dos veces que se presentó ante ella- ¿Qué es lo que buscas? ¿Atormentarme?
-Si quisiera atormentarte no me aparecería frente a ti.
-Entonces, ¿Qué eres?
-Al correr de los siglos la gente nos ha puesto diferentes nombres, pero el que más se asemeja es "Entes de Oscuridad". Cada uno de nosotros tiene un nombre, el mío es Bagrat.
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La Dama Maldita
LosoweSemanas, meses e incluso años transcurrían mientras ella permanecía confinada en la torre de la mansión del Conde Beckham, su padre. Los años pasaron sin que ella pudiese conocer lo que la rodeaba, lo que conocía se limitaba al conocimiento de los l...