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Elle

–Ni ahora, ni nunca. Clay. –Mi respuesta cortante y el frío tono de mi voz hace que Matthew apriete mas mi mano. Me acerco a Clay más, entrecortando la distancia, y mi mano sigue aferrada a la de Matthew. Clay entrecierra sus ojos.

–Sabes, no se porque mierda estas aquí, pero, sin embargo verme es como una tortura ¿No?

Clay se tensa, y lo noto cuando sus dientes chillán en el silencio del momento, sin importar los gritos y conversaciones del centro comercial. Su rostro se torna una mezcla de púrpura con rojo. Y este chico me hace pensar por un momento que se está matando solo con tal acción. 

–No se de que hablas, yo estoy perfectamente bien.

Levanto mis cejas. Sorprendida por cómo puede fingir.

–Entonces…¿Por qué te molesta esto?

No lo hagas, Elle.

No lo hagas.

Con el ceño fruncido insinuando hambre de furia Clay pregunta.

–¿Esto qué?

Matthew me mira raro cuando me doy vuelta. Mirándolo. Mirándole muy fijo.

Clay le contara a Henry.

Clay le contara a Henry.

Clay le contara a Henry.

–Esto. –Respondo tomando con mis dos manos de los hombros a Matt, plantandole un beso profundo en el que, ya con reconocimiento, nuestras bocas se unen.

El me responde, con ganas, y nos separamos escuchando el crujido de algo. No: el estallo de algo, que nos hace girar la cabeza a la dirección opuesta a nosotros.

Clay golpeando un cesto de basura.

Gran error, Elle.

¿En serio? Casi exploto en carcajadas reprimiendo mi risa.

Pensar que tus hermanos podrían ser el mayor de tus problemas es un error cuando tienes a alguien tan inutil enfrente tuyo. Pateando un cesto de basura.

  Matthew explota en carcajadas por mi.

Clay lo mira furioso, yo lo fulmino con la mirada antes de que le pueda hacer algo a mi novio y retrocede, más furioso aún.

–Salgamos de aquí. –Le susurro en el oído a Matt, un poco más preocupada.

Él asiente lamiéndose los labios.

Me toma de la mano con seguridad y maldigo en voz baja por la inmensa probabilidad que tiene Clay de asegurarle a mis hermanos, o peor aún, a mi padre nuestra oficialmente comprobada relación. Bueno, anteriormente secreta.

Una vez que la puerta de la camioneta de los padres de Matthew, una maldición sale de mi boca.

Matthew me mira boquiabierto.

–¿Qué? 

–¿No lo entiendes? –Suspiro, más que frustrada, y cierro mis ojos apoyando hacia atrás mi cabeza en el respaldo del asiento.

–El no dirá nada, te lo aseguro.

Mi expresión empeora.

–No es eso.

El se confunde haciendo un mohín.

He roto una regla.

–Regla número uno: cada individuo debe demostrarse con completa normalidad ante la presencia de cualquier ser humano en general, manteniendo la relación en su estado original: en secreto.

Un leve siseo escapa de sus labios, seguido de otra maldición por mi parte.

Levanto mi vista hacia sus ojos, esperando apócrifamente una reacción malhumorada o triste, pero, en vez de eso, me encuentro con anhelo en ellos.

–No luces decepcionado.

El se cruza de brazos, y frunce las cejas exageradamente.

–Mierda, mierda, mierda, mierda, mierda…

Yo me advierto.

–¿Qué haces? –indago. El cruza una mirada rápida conmigo.

–¿Así está mejor?

Levanto mis cejas en plena confusión.

–Solo estoy tratando de decirte que no tienes que sentirte así, tarde o temprano iba a pasar. –Yo suelto una carcajada falsa.

—Pues ha pasado muy temprano.

Matthew me da una mirada desesperanzada.

—Si, ¿Y qué? —me enderezo, siseo una maldición y perpleja me acerco más al asiento de Matt y observo sus rojos pómulos, sus ojos con ese verde centrado en el iris. Si no fuera por mi enfado, sin duda lo hubiera besado.

—Que todos van a enterarse. —Mi nariz roza la suya y mis ojos lo fulminan mirándolo tensarse incómodamente—. Él también.

—Alex, ¿Cierto? No debes temerle, hermosa. —Lo ignoro.

Mi mano se queda apretada en un puño bajo mi falda. Él lo nota y me vuelve a mirar.

—¿Vas a golpearme? Porque, si no recuerdo mal, la idea fue tuya, y sé que él tiene una supuesta imagen mía, pero en este momento no me preocupa, ya…no tengo diez años, Elle.

El rojo me aturde los oídos. Tanteo con la mano la bolsa de la librería, dejándola brutalmente en su regazo.

—Toma, ya no necesito esto. —El farfullo deja mis labios. Su desesperación al ver mis acciones aparece y la capa profunda y húmeda que llenan sus ojos al mirarme me petrifica; se ve a punto de llorar.

¿Qué he hecho?

—Elle…

 Su furia e incomodidad se transforman en dolor…y siento que mi corazón se cae a pedazos, pero igualmente me bajo del auto pegando un portazo y varias personas se dan la vuelta a mirarme. Ignorándolas, camino con los ojos vidriosos y ardientes en dirección mi hogar. El fuego por la impotencia se apaga y me quedo el resto del camino con un sabor malo en la boca: las cenizas, la culpa. Por no haber dejado que Matt me hablara y me tranquilizara. 

Mi cama me recibe cuando después de que Alex y Henry me llenen la cabezota de preguntas, pareciendo un buen consuelo. El sudor en mi cuerpo por el calor del exterior no se parece nada al  frescor de mi habitación, no le llega ni a los talones. La verdad.

Mi bolso se desliza fácilmente de mi brazo cayendo al suelo frío. Mis ojos se cierran fácilmente, y las contracciones en mi estómago no ayudan en nada, mi mente me ayuda a hacer el mayor esfuerzo para caminar, pero mis piernas se niegan a hacerlo. Mi cabeza palpita dolorosamente, maldiciendome a mi y a la maldita escena que monte en el carro con Matt…Su facción de dolor, de decepción ronda en mi aun causando escalofríos, ¿Cómo pude ser tan tonta? ¿Por qué fui tan rencorosa, si él me estaba a punto de tranquilizar, de motivar? 

—Mierda… —Me paso las manos por mi cara refregando mi orgullo. Suspiro haciendo contacto con la orilla de mi cama. Desplomándome allí. 

“Alex, ¿Cierto? No debes temerle, hermosa” 

Pero le temo, y temo que siga pensando lo mismo de Matthew que desde hace tiempo. 

Las lágrimas ruedan bajando por mi rostro empalidecido. Me doy un tiempo para recobrar en mi mente mis mejores…No: mi peor recuerdo. Y suspiro…

Incorrespondido (Bilogia Viajes)  -Brunella Bonavigna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora