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Elle

Las dos semanas consecutivas con mi madre, Alex, Matthew, Henry y papa juntos son más con Matthew que con cualquier otra persona, el me acompaña a todos lados, me sigue incluso para ir al baño, y casi que estoy a punto de pegarle un  bofetón cada que me insiste en que coma, pero se me da tan tierno, mentira: se me da tan tontamente enamorado que me embobo con el. Me cuesta caminar, el dolor en mis huesos es mucho más intenso y la comida menos apetecible.

Pero algo ha pasado en esas semanas. Un cambio drástico, ese día yo…

…me mordí la parte interior de la boca, mis hermanos de vuelta con sus estúpidas fiestas. Igualmente no era la típica fiesta en la que todos eran más que adolescentes y sus hormonas, sino que estaban mis tias, tios, empresarios que me caían bien, abuelos, abuelas, mi madre en mi cumpleaos numero 18 y gente que me rodearia para toda mi vida. Había mucha familia. Demasiada.

Me sequé el cabello con una toalla, esa noche era fría, a pesar de que estuviésemos en verano, nunca sentí más especial un 11 de abril con esas temperaturas. Yo tenía puesto un top verde, una falda pegada a mi cuerpo más delgado y esquelético de lo normal, y una chaqueta de cuero negra. Mi calzado eran dos botas de vaquero. Mi cabello alisado suelto y los labios  pintados de púrpura. 

—Julieta, voy a morir sin que me envenenen, tan solo con verte me caigo de culo.

Matthew abrió la puerta de mi habitación y la cerró por detrás de él. 

Una risa sarcástica se me escapó.

—Creo que esas no eran las líneas, Romeo—sacudió su cabello cobre e hice una mueca—: que te caigas de culo no me ayuda de nada, por favor, solo me reiria de ti.

El se acerco y se vio en el espejo, a mi lado. La semana anterior, los dos habíamos hablado sobre mis estudios en el exterior, mi peso, sus padres y nuestros problemas. Conclusión: los cambios producen cambios. Matthew y yo nos habíamos teñido el pelo.  El rojo vivo brillaba en nuestras cabezas. Y nos quedaba fantástico, había que admitirlo. Era como si estuviésemos aprovechando el tiempo que nos quedaba para compartir, haciendo lo que nos saliera de los cojones a cada uno. La idea fue mía, por supuesto, ahora bromeaba más a menudo con que no se diferenciaba su cara de su pelo, pero era obvio que lo molestaba. 

Esa semana íbamos todos los días a nadar. Cada de esos días Matthew me decia porque no queria que me vaya a la universidad.

1: nunca te he presentado con mis padres.

2: te echaré de menos mucho más de lo que te imaginas.

3: no podré obligarte a comer. 

—Matthew, eso ha sonado mal—dije entre risas.

—Mierda, solo en eso piensas…

4: solo tú y tus bromas cobran sentido en mi.

5: la música sonará deprimente.

6: morderte las costillas era divertido.

7: no nadaras conmigo ni podré llevarte a librerías, y , sobre todo, creere que nuestra historia habrá terminado, y pensaré que fue el destino, pero será mi error…porque la excusa más cobarde es culpar al destino. 

Eso me hizo dudar, me hizo llorar y retorcerme, pero no podía Matthew intentar por más empalagoso y romántico que fuera convencerme. Ya había tomado una decisión y era tomar un vuelo. La noche del 12 de Abril, luego de mi cumpleaños me iría.

—¿Bajo yo primero? —Matthew se coló por segunda vez a mis pensamientos.

Negué con la cabeza, no me secaria el cabello, ni me peinaria, mi cabello  se desenrredaba con facilidad. Así que le tome la mano. La bese y la coloque del lado interior en mi mejilla. Matthew me quemó con la mirada, sus ojos marrones con destellos verde oscuro expandieron unas lágrimas. 

Incorrespondido (Bilogia Viajes)  -Brunella Bonavigna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora