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Desde la última vez que se vieron ya había pasado un mes.

Avery estaba en la universidad, en semana de exámenes, se estaba quebrando la cabeza estudiando para Cirugía II, si bien era práctica, también había teoría y no tenía ni idea de qué tan pesado sería el examen, sabía que serían sesenta reactivos de opción múltiple. Había pasado gran parte de la noche estudiando. Además estuvo haciendo tareas de investigaciones, leer su libro de Medicina General II.

Estaba demasiado agobiada al despertar, sus párpados, literalmente, pesaban y su vista estaba un poco nublada, signo de desvelo.

Se sienta en la cama, observando que todo está oscuro, naturalmente. Lanza un bostezo y se pone de pie para ir a la ducha.

Arrastra su cuerpo hasta el cuarto de baño, quitándose toda la ropa y entrando bajo la lluvia artificial, después de haberla abierto.

Sentía que su cabeza iba a explotar en cualquier momento, agradecía tanto que fuera su último examen y que fuese en sábado.

*

Llega a las afueras del Imperial College London, Niall detiene el auto para que ella pueda bajar.

− Te recojo entonces en noventa minutos - habla, un poco somnoliento, eran las seis de la mañana del día sábado.

Ella asiente, mientras toma su bata, que no era necesaria realmente.

− Ya sabes que si algo te parece raro, sólo llámame y Harry y yo estaremos de inmediato ahí - recuerda.

− Gracias, Niall - le dedica una sonrisa.

− Para eso estamos, Av -. Le sonríe -. ¡Buena suerte! -deseo.

− La necesitaré - suspira con pesadez y va hacia el gran edificio.

Niall suspira y cierra la puerta, viendo como la novia de su amigo se aleja.

Avery llega hasta el sótano del edificio "A", en las aulas de Informática Biomédica. Era un camino ya muy conocido por ella, así que sólo se apresuró.

Entra al aula, donde están seis de sus compañeros, incluyendo a Ale y Monse.

− Hey, Av, ¿cómo estás? - pregunta la rizada.

− Bien -, responde sin muchos ánimos - ¿y ustedes? ¿No están muriendo de sueño? -

− ¡Ay! ¡Sí! -, esta vez, Ale habla - ¡La doctora France está loca! Teniendo todo el día del sábado, a ella se le ocurre que a las seis de la mañana el examen queda perfecto - chilla agudamente.

− ¡Ya sé! - se queja Monse −. Pero todo sea para que pueda ser cirujana -

− Lo peor es que casi estoy segura de que va a llegar a las siete quince con su café en la mano, excusándose de que tuvo guardia ayer en la noche - se mofa Avery.

A lo que las dos chicas asienten.

Siguen platicando, mientras repasan un poco sobre la interpretación de componentes de la historia clínica con la patología quirúrgica.

Avery se estresaba tanto con eso.

*

Tal y como Avery dijo, la doctora entró quince para las diez en el aula, con su café en la mano y una dona a medio comer.

− Siento el retraso, jóvenes, pero tuve guardia en el hospital y se me ha hecho tarde - se disculpó.

Ninguno de los presentes resopló ni se quejó porque no querían re-cursar la materia porque no era lo mejor para nadie, además por una queja, mucho menos.

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