E P Í L O G O

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A veces tengo que detener mis pasos en el camino para saber lo que he recorrido, observando mi punto de partida. A veces siento que es necesario recordarme a mí misma quién soy.

Pero a veces no logro encontrarme.

Llevo mucho tiempo caminando en el túnel, no sé si voy en la dirección correcta. Sé que me dirijo hacia algún lugar, dónde, no lo sé. Y tampoco sé si tendré fuerza suficiente para seguir, porque tengo el sentimiento de llevar en esta situación durante mucho tiempo, mi piel siente la necesidad de ser acariciada por la luz del sol otra vez. Estoy cansada. Me cuesta mucho dar un paso seguido al otro y sé que no tardaría en morir de hipotermia si me sentara a descansar un par de horas, aquí dentro debe hacer menos diez grados centígrados y el viento no para de silbar una melodía agónica, como si él mismo tuviera miedo de su propio sonido.
Los muros que me resguarda y me priva de la luz y del exterior han destrozado las yemas de mis dedos. Han sido días de caminar a ciegas, simplemente dejándome guiar por mi tacto y mi instinto. Tal vez mi trayecto era un círculo, tal vez nunca podría salir de aquí.

《 Ella simplemente no quiere despertar》escucho el sonido en un susurro,  esas palabras que han estado repitiéndose alrededor de mí todo este tiempo. No sé de dónde vienen ni quién las emite. Cada vez que he preguntado por la existencia de la voz no ha querido dar la cara. Estoy harta de pedirle que pare de decirlo, porque me asusta, me llena de miedo la forma tan perturbadora en la que se repiten como una cinta que ha sido grabada para torturar a alguien. ¿Quién no quiere despertar? Y lo peor es el llanto angustiado que le siguen. Cada vez que lo escucho es peor.

《 Mami》la voz delgada de algún niño o niña resuena. Me molesta la forma en la que todo se escucha aquí adentro, es como si estuviera debajo del agua y el resto del mundo fuera. Es distorsionado y rompe las hondas del sonido.

No me molesto en responder, nunca obtenía respuesta.

Después de tanto tiempo de caminar en la obscuridad he olvidado el cómo he llegado aquí, no recuerdo el momento en el que entré en el túnel. A decir verdad, no llega a mi entendimiento el tiempo que llevo aquí. No sé si llevo los ojos abiertos o los mantengo cerrados, no hay ninguna diferencia si es que los mantengo abiertos.
Camino. Camino. Y camino por lo que parecen horas.

En medio de tanto silencio, escucho el llanto de un bebé, muy lejos. ¿Dónde está el bebé? Hay alguien más aquí, de eso estoy segura.

—¿Hay alguien aquí? — hago uso de mi voz, que suena seca y casi afónica por el poco uso que le he dado. Mi garganta está seca.
Todo lo que sigue a mi llamado es el llanto desesperado del mismo bebé.

¿Han dejado a un bebé aquí? ¿Quién ha dejado un bebé aquí?
Algo dentro de mí me grita que corra en busca del bebé, aún cuando sé que no voy a encontrarlo.

Comienzo a elevar el ritmo de mi caminata hasta que comienzo a correr. No sé qué es lo que me obliga a buscarlo, como si me necesitara. Como si un campo magnético me uniera a él.

Asombrosamente su llanto se escucha más claro a medida que me acerco.

Un camino de velas aparece ante mí, una a una hacia algún lugar. Corro aún más rápido, refregando mis ojos con el dorso de mi mano por la intensidad con la que la tenue flama ilumina el sitio.
Mi corazón ruge cuando veo la luz al final del túnel, corro aún más rápido, desesperada por salir. Por que la luz del sol toque mi piel, de sentir la calidez del viento afuera. Echo tanto de menos los colores del mundo.

Cuando arribo al final, o inicio, busco al bebé, que aún llora con mucha más fuerza. La luz me ciega por lo que me veo obligada a cerrar los ojos, viendo destellos de luces brillantes recorriendo cada parte de mi cabeza, un sonido agudo, como un chirrido, atraviesa mis oídos por unos segundos y cuando creo que ya he perdido suficiente audición, todo se queda en silencio y los destellos brillantes entre mis ojos se desvanecen en tan sólo segundos. Mi corazón, que parecía estar dentro de una jaula, se desencadena y comienza a golpear con fuerza contra mi pecho de forma arrítmica y muy violenta, tengo miedo de que al abrir los ojos todo sea negro de nuevo. La confusión de nuevo entra en mi cabeza, no sé si me he perdido de nuevo dentro del túnel o mis párpados cubren mis ojos. Muevo mis manos hasta mi rostro, tocando donde deben estar mis ojos y los siento, cerrados.
Tomo una inhalación y suelto el aire lentamente, dándome valor para abrir los ojos. Batallo un poco y finalmente abro los ojos.
Todo es totalmente blanco. Demasiado blanco, deslumbrante. Achino los ojos para protegerme de la blancura del sitio. Todo comienza a tomar un poco más de forma. Mis ojos se han acoplado a la luz y ahora veo todo más claro. A mi alrededor todo comienza a tomar forma hasta que finalmente concibo dónde estoy.

DangerousDonde viven las historias. Descúbrelo ahora