Dangerous

052

Avery's POV:

Abro mis ojos con dificultad. Lo primero que observo es el cielo raso que está en toda la habitación. Me siento en la cama, totalmente descolocada. ¿Cómo había llegado aquí?

Intento recordar hasta lo último que hice el último día que estuve consciente hasta que mi mente da con un punto clave. Me senté en las raíces de un árbol y de ahí en más no recuerdo nada.

Estaba en el bosque. ¿Qué hago aquí?

Me pongo de pie, dándome cuenta de que lo único que cubre mi cuerpo es un polerón que cubre un poco más por debajo de mi trasero.

Huele a… hombre.

Mi pulso se acelera y salgo decidida a enfrentar a quién me ha traído hasta aquí.

Camino hasta que termino en el living, en realidad está dándome la espalda.

Mi corazón se salta un latido cuando veo a Zayn sentado en uno de los sofás.

Mierda. Mierda.

Trato de volver a la habitación sin hacer ruido para escapar por la ventana, pero la madera bajo mis pies cruje.

¡Trágame tierra! Escóndeme o mátame, pero que Zayn no me asesine.

Me paralizo de inmediato, estoy estática en mi sitio.

— ¡Despertaste! – su voz suena alegre. Un escalofrío recorre mi cuerpo entero –. ¿Cómo te sientes? — pregunta cuando llega hasta donde me encuentro, poniendo su mano sobre mi hombro.

Mi corazón late con fuerza, queriendo salirse de mi pecho. No estoy reaccionando para nada bien. Tengo miedo.

No puedo hablar, simplemente me alejo de él, como si hubiera sido él quién me ha ido persiguiendo desde mi casa.

Su rostro luce dolido al ver mi reacción.

— Avery, ya sé quién eres – suspira –. Lamento haberte apuntado con un arma. Sabes que no lo hubiera hecho si hubiera sido yo, ¿no?

— Nunca dejaste de ser tú, Zayn.

Estoy a la defensiva.

— Amor, sabes a lo que me refiero – estira su mano hasta mi brazo, tomándolo con cuidado –. Puedes preguntarme lo que quieras, si eso te hace sentir más segura.

Asiento, manteniendo aún la distancia.

Pienso en algo que sólo sepamos él y yo.

— ¿Cómo nos conocimos?

Él sonríe.

— Te había visto todo el día trabajando y cuando te vi apagar las luces de la empresa que había frente a mi apartamento, bajé a toda velocidad para saludarte antes de que subieras a un taxi.

Bueno, en eso tenía razón. Pero aún no me fiaba.

— ¿Cómo me pediste matrimonio?

Él cierra sus ojos.

— Estábamos en la casa de mi madre, porque casi me obligaste a verlas de nuevo – abre sus ojos –. Estábamos en el jardín. Olvidé el anillo en el hotel y a falta de él te puse un aro de cebolla.

Río al recordar aquello.

— Ok – canto, un poco más segura –. ¿Cuándo nos casamos? Día, mes, hora.

— 20 de julio de este año a las seis cuarenta y seis dijiste sí, acepto – responde –. Y a finales de octubre fue el accidente. Hace diez semanas fue tu cumpleaños. ¿Algo más?