Parte 4

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Tharn. 

Observo a Gulf por el rabillo del ojo mientras conduzco el coche hacia la interestatal. Sé que estoy buscándome un lío al hacer todo esto para pasar un poco más de tiempo con él. No es que no estuviera dispuesto a ayudar a otro en una situación similar, pero ¿llegaría a tales extremos? Seguramente no. ¿Insistiría si me rechazara? No, sin duda no lo haría.

«Deberías de haber esperado con él hasta que llegara la grúa y luego haberte largado».

No tengo respuesta para eso, simplemente es especial; tiene algo. Es guapísimo, de eso no cabe duda, pero tampoco es que sea mi tipo. Es lo opuesto a Marissa en todo, tanto física como mentalmente, sin hablar del género. Y si bien Marissa se adapta a mi vida a la perfección, no me siento tan atraído por ella como por Gulf. Y eso no es bueno. Y lo sé de sobra. 

Aún así, aquí estoy, atravesando medio Estado para llevarlo al trabajo mientras mi novia me espera. «¡Oh, joder! ¡Marissa!».

Acelero para tomar el carril de incorporación a la autopista y miro a Gulf.

—¿Te importa si aviso a Marissa de que me voy a retrasar un poco?

Sonríe y menea la cabeza. Presiono algunos botones del ordenador de a bordo y desconecto el Bluetooth. No quiero que él escuche la conversación.

—¿Dónde estás? —me pregunta Marissa en cuanto responde a la llamada.

—A Gulf se le estropeó el coche y no arranca. Estoy llevándolo al trabajo, luego voy para allá.

—¿Gulf, mi primo? ¿Ese Gulf?

—Claro. ¿Quién iba a ser si no?

—¿Y vas a llevarlo al trabajo? ¿A Salt Springs?

—Sí.

Solo me responde el silencio. Sé muy bien cómo es Marissa con los demás y soy absolutamente consciente de que está conteniendo las palabras y la rabieta porque soy yo. Se le da muy bien mantener una fachada. Sabe que nuestra relación acabaría al instante si no lo hiciera. Esa es la razón por la que ella no habla hasta que tiene la voz controlada por completo.

—Es muy amable de tu parte hacer eso por él. No me lo esperaba, la verdad. Es mi primo, pero jamás te hubiera pedido que te molestaras de esta manera.

—Ya lo sé. Pero no me importa hacerlo, de verdad.

Otra pausa.

—Bueno, imagino que nos veremos dentro de un par de horas.

—Hasta entonces.

Cuando dejo el teléfono en la guantera noto que él me observa.

—¿Pasa algo?

—Yo estaba preguntándome lo mismo. ¿Se ha enfadado? —me responde él.

—No. ¿Por qué iba a enfadarse?

—¿Es que no la conoces bien?

No puedo evitar reírme.

—No es tan mala, no le ha parecido mal.

—Mmm...

—Es evidente que no existe un gran cariño entre ustedes dos. ¿Por qué estás viviendo con ella? —pregunto, mirándolo de soslayo.

Noto que frunce el ceño.

—Parezco una ingrato, ¿verdad? Y además, Marissa es tu novia. ¡Lo siento!

«¡Joder! He conseguido que se sienta culpable».

—Por favor, no hay nada que lamentar. No ha sido mi intención que te sientas mal. Solo siento curiosidad por cómo han llegado a esta situación.

Gulf's DecisionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora