Parte 22

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Mew no puede mantener las manos alejadas de mí mientras intento arreglarme para salir del baño. Sé que debería estar preocupado o avergonzado, y seguramente mañana lo estaré, pero ahora mismo solo me siento anonadado; jamás había tenido una experiencia sexual tan intensa.

Por un lado, y basándome en esta vez con Mew, estoy seguro de que fue Tharn el que vino a mi habitación. Pero por otro, Mew no me ha preguntado si estoy limpio de ETS, lo que me hace pensar que ya lo sabía, y eso querría decir que fue él quien me visitó esa noche.

No cabe duda de que algo tan impulsivo como esto encaja más con la manera de ser de Mew. Un tipo como él asumirá que si no digo nada, es que estoy limpio.

Una vez más, la realidad solo me deja preguntas, aunque en este momento no me importa. Todavía estoy consumido por Mew; siento sus caricias; huelo su aroma… Todavía le siento y espero que esa sensación no se desvanezca nunca.

No puedo dejar de pensar en él y, en este momento, no me importa. Me peino por segunda vez mientras él sigue pegado a mi espalda, acariciándome la cintura desnuda. Tengo los boxer mojados y, a este paso, seguirán así toda la noche.

Me jala el pelo suavemente y me besa el cuello antes de mordisquearlo.

—¿Tenemos que volver ahí fuera? —me pregunta. No lo puedo evitar, emito una risita tonta.

—Estoy seguro de que habrá mujeres que necesiten usar el cuarto de baño.

—Que se jodan. Hay otro.

Suelto una carcajada.

—¿Dónde vas a dormir?

Él levanta la vista y busca mis ojos en el espejo.

—Buscaré un hotel. ¿Por qué? ¿Quieres compartir habitación?

«Mmmm… ¡sí, por supuesto!». Lo pienso pero no lo digo. Me giro entre sus brazos y alzo la vista buscando sus ojos.

—Mira, has venido a ayudarme, lo mínimo que puedo hacer es ofrecerte una cama. De todas maneras, es la casa de mi padre, así que…

—Así que tendremos que ser silenciosos —susurra al tiempo que arquea las cejas en un gesto cómico. Yo me limito a sonreír. No confirmo ni niego si vamos a compartir la cama. Pero sé que lo haremos. Solo tendrá que insistir un poco para conseguirlo.

Nos dirigimos muy despacio hacia la puerta y respiro hondo antes de abrir el pestillo.

—Tú primero —sugiere—. Yo esperaré unos minutos. Así no será demasiado obvio lo que hemos estado haciendo.

Sonrío ampliamente.

—Mmm… no creo que nadie lo dude, estamos en los sanitarios de damas, pero eres un encanto al haberlo pensado.

Comienzo a abrir la puerta, pero él la vuelve a cerrar poniendo la mano en la hoja. Cuando le miro, sus labios se apoderan de los míos en un beso posesivo que me hace volver a considerar seriamente su sugerencia de quedarnos allí dentro. Pero… no es posible.

El resto de la noche resulta una de las mejores de mi vida. Mew no se aleja de mí ni un momento, durante todo el rato me toca de alguna manera, haciendo que se me erice la piel. Compartimos muchas miradas y sonrisas cómplices que hacen que no se borren de mi mente los minutos que estuvimos en el cuarto de baño. De todas formas, están muy frescos en mi mente y estoy seguro de que seguirán estándolo cuando tenga cien años y no pueda recordar dónde he puesto los dientes.

Siempre recordaré a Mew… en el cuarto de baño… y ese espejo.

Ninguno de los dos bebe demasiado. Creo que ambos queremos tener la mente despejada y no arruinar la magia de la noche.

Gulf's DecisionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora