—Tienes razón —escucho susurrar a Tharn—. Tienes razón —repite con más firmeza alzando la cabeza—. Por favor, acepta mis disculpas.Parece tenso y… distante, lo que hace que esta situación incómoda de por sí, lo sea mucho más.
Me incorporo y estiro la mano hacia su brazo antes de que pueda ponerse en pie para alejarse.
—No, espera. No hagas esto. Ha sido culpa mía. Estaba coqueteando contigo a pesar de que sé que no eres libre. Tienes novia. Es tan culpa mía como tuya. ¿No podemos simplemente olvidar que ha ocurrido? No quiero que esto estropee la relación entre nosotros.
Él me observa con intensidad durante varios segundos antes de hablar. Cuando lo hace me siento aliviado.
—Claro —responde al tiempo que se levanta.
Me tiende una mano y yo deslizo los dedos entre los suyos. Noto que me los aprieta con suavidad antes de tirar de mí para que me ponga en pie.
Bajo la mirada asegurándome de fajarme y acomodarme la ropa, tras comprobar que es así, alzo la vista para mirarlo. Él no tiene los ojos clavados en mi cara, sino en mi erección.
Compruebo avergonzado que lo que está llamando su atención son las consecuencias que aquel apasionado beso ha tenido; la camisa se ha descolocado y mis clavículas están prácticamente desnudas.
Tharn todavía retiene mi mano, así que la recupero y me pongo a recolocar el cuello de la camisa. No puedo evitar sonreír de oreja a oreja cuando él me mira a los ojos.
—Es así como se hipnotiza a las cobras —digo con sarcasmo. Él me brinda una sonrisa diabólica.
—Si lo que quieres es ver el efecto que has provocado en mi serpiente, te lo enseñaré con sumo placer.
Noto las mejillas calientes y un revoloteo en el vientre. Estamos de nuevo en el mismo punto en que empezamos. Nos miramos durante varios segundos antes de que él suspire.
—Imagino que debería volver a pedirte disculpas. Te juro que no suelo comportarme así con nadie.
Me vuelve a tomar de la mano como si tal cosa y me lleva hasta el ascensor.
—No solo me alegra oír eso, además te creo —le aseguro. Y lo hago. Me refiero a que sí creo que es cierto lo que dice. Es un buen tipo y se nota a la legua.
—¿De veras? —me pregunta. Su expresión parece decir que realmente le importa lo que yo pienso.
«¡Ja! Sigue soñando».
—Sí, de veras. Sé qué clase de hombre eres.
—¿Y qué clase de hombre soy? — Me acompaña al interior del ascensor.
—Inteligente, sereno, honorable, triunfador…
Se ríe.
—¡Vaya! Aunque me resulte halagador, haces que suene como si estuviera blandiendo una espada o a punto de batirme en duelo al amanecer.
—No era mi intención. Quería decir que aunque no eres perfecto, sí eres un buen tipo. Se nota.
—¿Eso es bueno? —insiste con expresión recelosa.
Sonrío.
—En mi opinión es muy bueno.
Me devuelve la sonrisa y me obligo a apartar la mirada. Tengo la sensación de que he hablado de más, que no debería haber personalizado tanto mis palabras. «Estúpido».
—Bueno, si eso es lo que piensas…
Recorremos en silencio el camino al garaje. Apenas puedo pensar por culpa del remolino que forman mis emociones y del roce de su pulgar en los nudillos.

ESTÁS LEYENDO
Gulf's Decision
Fiksi PenggemarDos gemelos, un triángulo imposible... Gulf solo quiere terminar sus estudios universitarios para regresar a casa y ayudar a su padre en su negocio. No está dispuesto a dejarle tirado como hizo su madre, incluso aunque ello suponga dejar su propia v...