Parte 31

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FINAL.


Mew.

Mientras limpio y ordeno mi casa no puedo evitar reconocer que jamás me he sentido tan optimista ante la vida. Ni siquiera antes del «accidente» esperaba el futuro con tanta ilusión. Estoy feliz y... entusiasmado. ¿La diferencia? «Gulf».

Sonrío y sacudo la cabeza al pensar en él. Ha querido darse una ducha y asearse antes de recoger sus cosas para venir aquí. Me sugirió que me adelantara. Supongo que no me sorprende tanto como debería; sé cómo es algo precipitado, que necesita un tiempo para su aseo y espacio personal. Así que lo besé y me marché. Lo que sí es extraño es que tuve que contenerme para no darme la vuelta y unirme a él en la ducha. No sé qué me pasa con este hombre, pero nunca tengo suficiente. Incluso cuando estoy saciado, quiero más.

Oigo sonar el teléfono, lo saco del bolsillo y miro la pantalla.

—Soy Gulf —se limita a decir, haciéndome esbozar una amplia sonrisa.

—Se supone que ya deberías estar aquí. ¿Por qué tardas tanto?

Hace una pausa antes de hablar, y cuando lo hace es en su tímido tono habitual.

—No sé qué clase de... er... planes has hecho para esta noche. ¿Debo llevar el uniforme de trabajo para hoy o mañana o...?

—Aunque todavía no lo conoces, tengo un ayudante en el club. Se llama Gavin y le he pedido que revise el horario para cubrir tus turnos este fin de semana. ¿Por qué no coges todo ese tiempo libre y lo pasas conmigo?

Se ríe y, al responder, lo hace con voz risueña.

—Me gustaría pasar el fin de semana contigo haciendo... lo que sea, pero no puedo permitirme el lujo de perder el tiempo.

Soy lo suficientemente listo y observador como para saber que ofrecerle dinero sería un error descomunal, así que digo lo apropiado para mantener el orden.

—Muy bien, entonces es necesario que sepas que trabajas mañana por la noche. ¿Es suficiente? Anoche cubriste un turno en Tad's.

—Sí, creo que sí.

—Bien, todo arreglado. Mueve el culo y vente para acá.

—Ya estoy en camino. —Corta la llamada.

Me pregunto si dejaré de sonreír en algún momento y, si no soy capaz, qué excusas daré para explicarlo. Ni siquiera sé si me molestaré en buscar razones, porque en este momento me importa todo una mierda. Soy feliz. Lo hago feliz. Eso es lo único importante.


Gulf.

Mew no me ha dicho dónde debo aparcar, así que lo hago enfrente, solo para asegurarme. Seguramente lo tendré que cambiar más tarde, pero ahora no quiero anunciar a todo el mundo que disfruto de un trato preferente porque estoy tirándome al jefe. 

No puedo evitar esbozar una amplia sonrisa.

Lo que pienso suena muy mal, pero no me importa. Me niego a permitir que nada ni nadie arruine esta felicidad. Los momentos felices son tan escasos que estoy decidido a disfrutar de ellos todo lo que pueda, mientras pueda.

Tomo el equipaje del asiento de atrás, cierro las puertas y giro la cabeza hacia la entrada lateral que da acceso al apartamento. Vuelvo a notar el aleteo de cientos de mariposas en el estómago, lo que comienza a parecer ridículo dado que me he acostado con Mew más de una docena de veces. Y aún así...

La puerta del garaje está abierta cuando me acerco, y también el acceso interior. Mew está allí, inmóvil y sonriente. Me bloquea el paso y me quita de las manos la bolsa de equipaje para dejarlos en el suelo, a su espalda. Luego, con una lobuna sonrisa en la cara, me toma en brazos y me lleva dentro, cerrando la puerta con el pie.

—Se supone que tengo que atravesar el umbral contigo en brazos, ¿verdad?

Me río.

—Si eso es así, he debido de quedarme dormido durante algunos momentos clave —digo en tono seco.

Él arquea una ceja antes de esbozar una amplia y arrogante sonrisa.

—Oh, créeme, no dejaré que te quedes dormido hasta que lo mejor termine.

Le rodeo el cuello con los brazos al tiempo que él inclina la cabeza para besarme. Cuando nuestros labios se encuentran, se aviva un intenso fuego, como siempre, pero también hay algo más. Algo poderoso y más tierno. Más significativo. Algo que hace que se me encojan los dedos de los pies y que mi corazón cante mientras me pierdo en su beso.

Me lleva hasta el dormitorio y me deja encima de la cama. Se acerca para tumbarse a mi lado, pero le detengo. Esta vez es diferente; siento que es distinto y quiero que todo comience a lo grande. Sí, el juego de palabras es a propósito.

Me arrodillo y gateo hasta el borde de la cama. Sonrío mientras le miro a los ojos, pero no digo una palabra. Comienzo a quitarle la camiseta como la primera vez que nos vimos. A él solo le lleva unos segundos darse cuenta de mi intención y percibo en qué segundo capta mi propósito.

Curva los labios, arquea las cejas y, como aquel día lejano, deja caer los brazos a ambos lados de su cuerpo. Suelto una risita tonta mientras me pongo de pie en el colchón para deshacerme de la prenda, que dejo caer a un lado. No se me ocurre una manera más perfecta de comenzar esta nueva etapa de nuestra relación. Es casi como si estuviéramos de nuevo en el punto de partida y tuviéramos otra oportunidad. Y, si es así, pienso aprovecharla a fondo.

Volviendo a apoyarme en las rodillas, cubro una de sus tetillas con la boca para comenzar a frotarla con la lengua hasta que se convierte en un brote erizado. Acto seguido la succiono; oigo que contiene el aliento.

—Incluso entonces, supe que serías un problema —confieso.

Le miro mientras deslizo los labios por su estómago; ya estoy bajando la cremallera con los dedos.

—Cariño, no te haces una idea.

Sé, por su sonrisa, que es feliz. Y eso es todo lo que importa.

Casi una hora después, Mew está sobre mi cuerpo sosteniendo su peso en los antebrazos. Llevamos varios minutos mirándonos, disfrutando de la sensación que supone notar cómo se ablanda dentro de mí, del roce de su piel contra la mía, de la certeza de que el mundo sigue girando a nuestro alrededor. Cuando él alza la cabeza y me mira a los ojos, leo en ellos una amalgama de emociones en aquellas deslumbrantes profundidades, tan intensas que se me llenan los ojos de lágrimas. Recuerdo algo que me ha dicho antes y sonrío mientras ahueco las manos sobre sus hermosos rasgos.

—Bienvenido a casa.

Cuando me besa, los dos sabemos adónde pertenecemos.

Fin.


Gracias por leer esta historia, por su paciencia y su apoyo con votos y comentarios. ❤

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