Gulf.
Es oficial; no puedo quitarme a Mew de la cabeza. Es posible que esté presente en todas las clases, pero mi mente vuela muy lejos. Lo único que puedo pensar es que él besa como un tornado y que parece empeñado en arruinarme la vida.
Todavía no puedo afirmar quién estuvo en mi cama la noche pasada, pero comienzo a rezar para que fuera Mew y no Tharn.
Sí, reconozco que Tharn es todo lo que debería buscar en un hombre, todo lo que mi madre intentó grabarme a fuego en la mente. Eso por no mencionar que me pone a cien y que lograría que me olvidara de todo si me besara. Pero al lado de Mew… comienza a palidecer.
No sé si es mi debilidad congénita por los chicos malos con más sexappeal del que debieran o si Mew tiene más fondo del que pensé en un principio.
Sea como sea, no puedo quitármelo de la cabeza. Se me ha metido bajo la piel y dudo mucho que pueda resistirme a él más tiempo.
Eso no quiere decir que vaya a engañarme a mí mismo. Sigue siendo un peligro y estoy seguro de que acabará rompiéndome el corazón, por lo que me resistiré a él todo el tiempo que pueda. Pero sé en mi corazón, en mis entrañas, que lo que hay entre nosotros no desaparecerá a menos que lo dejemos crecer.
Será divertido. Pero acabaré con el corazón destrozado cuando me deje.
Sin embargo en esta ocasión será mi elección. Mía.
Me liaré con él con los ojos bien abiertos y sabiendo lo que puede ocurrir. No podré evitar que me haga daño, pero todavía conservo el control suficiente como para tomar la decisión por mí mismo.
El timbre del teléfono me arranca de mis pensamientos. He olvidado desconectarlo.
Me muevo con rapidez para sacarlo del bolso y responder antes de que me crucifique el profesor. Estoy a punto de oprimir el botón para quitar el sonido antes de devolverlo al fondo del bolso cuando veo el nombre de Samy en la pantalla.
Decido recoger mis cosas y salir. En realidad ya había dado la clase por perdida y no estaba aprendiendo nada, por lo que es mejor marcharme y aprovechar el tiempo.
Respondo a la llamada y me saluda la voz airada de mi amiga con una larga sarta de obscenidades.
—No dejes tu carril, imbecil, cabrón, hijoputa…
—¿Samy? —la interrumpo. Ella se calla al instante.
—¡Oh, Gulf! Hola, cariño. No me di cuenta de que habías respondido.
—No me imagino por qué —ironizo en tono seco—. ¿Qué ocurre?
—Bien, lo cierto es que estoy yéndote a buscar.
—¿A mí? ¿Por qué? —La ansiedad hace que se me erice el vello de la nuca.
Si ella viene a recogerme es que ha pasado algo muy grave.
—Porque tienes el coche estropeado otra vez, ¿verdad?
—Mmm… sí, pero ¿cómo lo has sabido?
—Te trajo un tipo la última vez que viniste a Salt Springs, ¿no lo recuerdas?
Sí, Mew.
—Ah, es cierto. Pero desde entonces ya está arreglado.
—¡Joder! —exclama frustrada—. Pero, ¿no acabas de decirme que está estropeado?
—Sí, solo que se ha averiado otra pieza diferente.
—Gulf, en serio, arriesgas tu vida al desplazarte en esa chatarra. Un coche no debería averiarse con tanta frecuencia como el tuyo. ¿No tendrás el síndrome de Munchausen?
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Gulf's Decision
FanfictionDos gemelos, un triángulo imposible... Gulf solo quiere terminar sus estudios universitarios para regresar a casa y ayudar a su padre en su negocio. No está dispuesto a dejarle tirado como hizo su madre, incluso aunque ello suponga dejar su propia v...