Parte 25

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Ha llegado hora del drama.

GULF.

«¿Qué voy a hacer?».

Me desplomo boca abajo sobre la cama. Sé que tengo serios problemas. Mew no es el tipo de hombre del que debería enamorarme. Creo que jamás imaginé que podría acabar enrollado con él; no de verdad.

Me refiero a que sí, es sexy, atractivo, divertido y zalamero, pero jamás había imaginado que si llegáramos a mantener relaciones sexuales se convertiría tan rápidamente en… esto. En lo que sea que esto es. Ha sido un enorme error pasar tanto tiempo en casa con él. Que conociera a mi padre.

Mi casa es el único lugar en la tierra que considero mi santuario. Dejar que entrara en él, en ese entorno y que haya encajado tan perfectamente, como si ese lugar estuviera esperándole, solo ha provocado que caiga en toda clase de trampas y clichés. «¡Maldición!».

Es como si mi madre se hubiera apoderado del control de mi mente y, de pronto, me encuentro respondiendo a todos los puntos negativos de Mew con los positivos de Tharn; enfrentándolos a un combate a muerte.

Deseo poder ignorar su voz en mi cabeza, que deje de decirme que jamás funcionará con Mew, que él no es lo que necesito. Prácticamente la escucho parlotear sobre lo perfecto que es Tharn. Y tiene razón.

Que Tharn me desee, que se vea superado por esa atracción a pesar de luchar contra ella, que intente hacer lo correcto por Marissa, me da esperanzas. Incluso aunque sea una fría y desagradable serpiente, es su novia. Sé que no estoy pensando con claridad.

Estoy en «modo emergencias on», y solo porque los sentimientos que tengo hacia Mew me provocan pánico.

Pero no importa lo mucho que lo intente, estoy cayendo en barrena. La voz de mi madre es demasiado fuerte, ha clavado las garras a demasiada profundidad. Y ver a Gabe este fin de semana no ha ayudado tampoco. Es el antídoto perfecto, «antiMew», y está haciendo estragos.

Antes de poder pensarlo dos veces, marco el número de Tharn. Quizá alguna palabra suya pueda poner las cosas en su justo lugar de una vez por todas. En cualquier caso, haya o no posibilidades, no puedo seguir considerándolo una opción viable si no lo es.

Al principio me siento un poco aliviado cuando no contesta. Pero finalmente responde a la llamada y también me siento aliviado al escuchar su voz.

—Tharn, soy Gulf. Lamento mucho molestarte tan tarde. ¿Estabas ocupado?

—Er… no. Acabo de llegar a casa. ¿Va todo bien?

«¿Por dónde empezar? Ni siquiera sé qué decirle ahora que tengo su atención».

—Sí, todo va bien. —Me detengo a ordenar mis embarullados pensamientos —. Lo cierto es que no, no va todo bien. ¿Sería posible que vinieras por aquí?

—¿Esta noche?

Algo en su voz, una nota de vacilación, me lleva al borde del frenesí. Al borde, pero no sucumbo. Ignoro el nerviosismo y continúo.

—Sí. Esta noche. Cuando puedas.

—¿Qué te ha ocurrido, Gulf? Estás empezando a asustarme. ¿Ha pasado algo? ¿Te ha hecho algo mi hermano?

Noto que su voz se endurece y me siento confundido. Me lleva un par de segundos imaginar lo que está pensando.

—¿Qué? ¿Mew? No, por Dios. No me ha hecho nada.

«¿Por qué se le ha ocurrido preguntar eso? ¿Realmente piensa algo así de alguien de su propia sangre?».

Le escucho suspirar.

Gulf's DecisionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora