Parte 18

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Mew.

Algo en la mirada de Gulf  me hace sentir como si fuera su comida. Y si fuera así, sería una comida feliz, estoy seguro.

Aunque sigo impaciente, me siento aliviado. Suponía que finalmente ocurriría, sabía que él no podía luchar contra lo que existe entre nosotros durante mucho más tiempo. Es demasiado intenso. Y tentador.

—Como sigas mirándome así, vas a tener una sorpresa con la que lidiar cuando te subas a la moto —le advierto.

—¿Una gran sorpresa? —me pregunta con una traviesa sonrisa—. Bah, ¿seguro que no estás refiriéndote a un caramelito de menta?

Me encanta su sentido del humor. Es un poco tímido, igual que él, y sale a la superficie cuando menos te lo esperas. Sonrío y le tiendo la mano.

—Ven aquí y déjame refrescarte el aliento.

Se ríe y, como siempre que lo oigo reírse, quiero conseguir que lo haga de nuevo. Piensa y se preocupa demasiado. No sé el motivo, pero se nota mucho. Hace que quiera tomarle el pelo, ofrecerle un rato sin pensar en sus problemas.

Despreocupado y tranquilo, así lo quiero ver.

Contengo un gemido. Coge mi mano y se apoya en ella para sentarse detrás de mí. Le tiendo el casco sin mirarlo. En el espejo retrovisor observo cómo se lo pone. Hay algo increíblemente erótico en verlo con el casco puesto. Seguramente sea que eso hace que lo imagine vestido de cuero negro y ceñido, inclinándose delante de mí en la moto con mis manos en sus caderas…

Aprieto los dientes. ¡Maldita sea él y ese cuerpo suyo tan exuberante!

Llevo las manos hacia atrás hasta apresarle las rodillas y lo atraigo hacia delante. Siento más que oigo su jadeo cuando su entrepierna se pega a mis caderas y su pecho se aplasta contra mi espalda.

Me siento satisfecho de que ahora esté tan sensibilizado por mí como yo por él, pero Gulf sube la apuesta inicial.

Me rodea la cintura con los brazos y me recorre el estómago con las manos abiertas, un poco más arriba de donde sentirá mi dureza si no tiene cuidado.

Respiro hondo antes de quitar la pata de cabra y acelerar, alejándonos de la acera. El camino a la Universidad se me hace eterno. Cuando nos estamos acercando, él me señala qué calles debo tomar para llevarlo a su destino.

Al llegar me detengo junto a la acera y apoyo los pies en el suelo para equilibrar la moto mientras se baja. Se quita el casco frente a mí y agita el cabello oscuro, que lleva algo crecido. 

Sé que no sabe lo sexy que resulta, pero lo es. ¡Joder, claro que lo es!

Me tiende el casco mientras me mira a los ojos. Cuando no lo cojo, baja la mirada al casco antes de volver a mirarme, dubitativo.

Yo sigo allí parado, sobre la moto ignorando el casco, hasta que le paso las manos por los mechones de pelo para atraer su boca hacia la mía. Aunque lo cojo por sorpresa no se contiene. Me besa con frenesí; como si quisiera más. Lo único que tendría que hacer sería decírmelo y lo llevaría directamente a casa para pasar el día en la cama, pero cuando me aparto y estudio sus dilatadas pupilas, sé que todavía es pronto para eso.

Está casi a punto, pero todavía no. Puedo esperar. Tendré que hacerlo.

—¿Cuándo vas a decirme que sí?

No me responde, pero me observa con esos profundos ojos. Tiene los labios hinchados y rojos, entreabiertos por la respiración jadeante.

Sonrío. «No me lo digas —pienso —. No tardarás mucho».

—Llámame cuando quieras que venga a buscarte —le digo antes de besarlo con rapidez en los labios y ponerme el casco. Parece aturdido, lo que hace que quiera sonreír—. No te preocupes. No tienes que responderme que sí hoy. Esperaré. Valdrás la pena. — Antes de bajar la visera sonrío de oreja a oreja y le guiño el ojo—. Y yo también.

Me alejo calle abajo. Cuando miro por el espejo retrovisor, veo que no se ha movido del sitio donde lo dejé, y que me sigue con la mirada.


Gracias por su paciencia y perdón por tan poco, el siguiente será más largo ❤️

Gulf's DecisionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora