Me alejo de Mew antes de hacer alguna estupidez como hacerle una proposición.
Solo he dado unos pasos cuando recuerdo mi coche. Me vuelvo hacia él para captar su atención antes de que se vaya y busco el llavero para ofrecérselas.
Veo que tiene el ceño fruncido detrás de la visera del casco.
—¿No necesitas las demás para entrar en casa? —me pregunta al ver que hay otras llaves además de la del coche.
—Tengo otras de repuesto —le explico.
Él asiente con la cabeza al tiempo que coge las llaves y se las guarda en el bolsillo delantero. Le brindo una sonrisa antes de escapar corriendo. Me niego a girarme y mirarle, si bien sé que todavía está junto a la acera porque escucho el atronador ronroneo de la moto y, sobre todo, porque siento sus ojos sobre mí.
Lo cierto es que desearía que fueran sus manos... su boca.
Cierro los párpados mientras me agacho para recoger la llave de repuesto de debajo de la maceta, en el porche. Cuando abro los ojos para meterla en el cerrojo y abrir la puerta, escucho cómo acelera. Supongo que solo está esperando para asegurarse de que entro en la casa sano y salvo.
«¡Oh, Dios, no! ¡Que no me muestre que puede ser dulce y considerado o no podré resistirme a él!».
Una vez dentro me apoyo contra la puerta y permanezco con los ojos apretados hasta que dejo de percibir el atronador sonido de la moto de Mew. Todavía siento las vibraciones en las piernas y en las nalgas. En el resto del cuerpo noto un hormigueo por haber estado en contacto con él. No sé si hormigueo o comezón. O las dos cosas.
Frustrado —tanto sexualmente como conmigo mismo por mi absoluta falta de control—, enciendo la luz y me impulso lejos de la puerta.
Lo primero que veo es un florero con un ramo en la mesita de café de la sala, que resulta un brillante punto de color en una estancia neutra. Me acerco hasta la profusión de lirios y me inclino para oler uno. El aroma es embriagador, pero noto un pinchazo en la mejilla: la esquina de una tarjeta de la persona que los envió. Recojo el diminuto papel. Me siento un poco mal al leer algo dirigido a Marissa, pero que no lo hubiera dejado allí, asomando entre las flores.
Cuando saco la tarjeta del sobre, me recrimino todavía más; estoy seguro de que proceden de Tharn y de que la tarjeta será una tierna declaración de amor que provocará que quiera tirarme de la terraza de un rascacielos. Sin embargo, esa certeza no me detiene; soy demasiado curioso y necesito leerla.
Me llevo una sorpresa.
Gulf, si necesitas algo, solo tienes que llamarme. No estoy demasiado lejos.
T.
Me baja un escalofrío de emoción por la columna. Ha debido usar las llaves de Marissa para entrar y dejarlos. No puedo evitar preguntarme si las trajo y se marchó, o si se quedó un rato. Quizá recorrió la casa... y entró en mi dormitorio.
Dudo que Tharn hiciera algo así, pero no puedo ignorar el pensamiento. No puedo. Me excita la mera idea de que haya podido echar un vistazo a mi dormitorio. Y ya estoy suficientemente excitado por su peligroso hermano. Ojalá tuviera a mano un vibrador, pero como no es así me preparo para ir a la cama.
El vigoroso cepillado de dientes no me ayuda a relajarme. Los dos hermanos parecen jugar al escondite en mi mente, burlándose de mí con sus palabras, sus miradas y sus caricias. Cuando me meto en la cama no me cabe duda de qué poblará mis sueños... o más bien, quiénes.
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Gulf's Decision
FanfictionDos gemelos, un triángulo imposible... Gulf solo quiere terminar sus estudios universitarios para regresar a casa y ayudar a su padre en su negocio. No está dispuesto a dejarle tirado como hizo su madre, incluso aunque ello suponga dejar su propia v...