Parte 5

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Gulf. 

«¿Cómo he dejado que me convencieran para esto?».

Estoy parado frente a la puerta del Dual. Miro el letrero durante muchísimo tiempo. No me queda más remedio que sonreír.

Dual. Doble. Gemelos. Parece que Mew es atrevido en todos los aspectos de su vida. Y muy listo.

«¡Maldición!».

Es de día y el aparcamiento está vacío. Tengo serias reservas sobre lo que estoy a punto de hacer. Tharn ha insistido hasta la saciedad en que le permita que me busque trabajo en el club de su hermano; ha estado dándome la lata con ello desde el domingo por la noche, cuando mi padre me llevó de vuelta al apartamento.

No obstante, tengo la impresión de que Mew y Tharn no se llevan del todo bien. Tharn se ofreció a traerme y presentarme de manera oficial a su hermano, pero siendo tan terco como soy, al principio me negué en redondo a considerar la posibilidad de cambiar de trabajo. Sin embargo, ahora que se acerca el fin de semana y me da pereza regresar a Salt Springs para trabajar en Tad's, veo con otros ojos la oportunidad de conseguir un empleo en el club de Mew.

Por desgracia, Tharn ha tenido que ausentarse de la ciudad otra vez. Por eso estoy aquí y no me queda otro remedio que entrar solo. Tengo muchas dudas al respecto porque soy consciente de que la razón por la que no quiero tener que irme al pueblo los fines de semana es para disfrutar durante más tiempo de la compañía de Tharn; un tipo que está fuera de mi alcance.

«Mira quién fue a hablar de coquetear con el desastre. ¡Tonto, más que tonto!».

Suspiro y cambio el peso de pie mientras debato conmigo mismo qué hacer. Giro la cabeza para lanzar a mi coche una mirada anhelante, el mismo coche que Tharn se ocupó de que estuviera reparado antes de que regresara el domingo, avisando a un mecánico por su cuenta. Al final resultó algo tan sencillo como una bujía estropeada, creo recordar que me dijo, pero la cuestión es que lo arregló.

Emito un suspiro. La posibilidad de ver más tiempo a Tharn, de que se pase por allí por casualidad para enterarse de qué tal me va, me impulsa hacia la puerta. La abro y accedo al oscuro interior. Incluso a mediodía es muy poca la luz solar que entra por las pequeñas y estrechas ventanas. El club se ve muy diferente sin las luces encendidas y la gente apretujándose entre las paredes. Las mesas están limpias y vacías, el suelo negro tan brillante que parece haber sido encerado. En el ambiente flota música instrumental, que sale suave de los altavoces, y la única iluminación en toda la estancia proviene de las vitrinas iluminadas para las botellas de licor que hay detrás de la barra.

Tharn me aseguró que su hermano estaría allí durante todo el día, pero estoy comenzando a pensar que quizá debería haber concertado una cita con él. No sé por dónde empezar a buscarle.

Me dirijo a la barra y me siento en un taburete con la esperanza de que Mew aparezca. Tiene que estar allí, dado que la puerta está abierta. 

Casi me muerdo la lengua cuando él aparece de pronto detrás de la barra.

—Tú debes de ser Gulf.

—¡Joder! —exclamo, llevándome la mano al pecho como si así pudiera sosegar el frenético ritmo de mi corazón. Él se ríe.

—Con semejante lenguaje encajarás muy bien aquí.

Si no estuviera tan sorprendido seguramente me tomaría muy mal ese comentario, pero me limito a sonreír.

—Parece que tienes la facultad de sacar lo peor de mí. ¿Qué más puedo decir?

Mew lleva una camiseta negra sin mangas que deja a la vista sus musculosos brazos y parte del interesante tatuaje que le cubre el pectoral izquierdo. Intento no pensar en lo atractivo que resulta, pero la palabra resuena en mi mente. «¡Joder!».

Gulf's DecisionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora