Parte 6

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Mew.

Sonrío cuando escucho que la puerta se cierra detrás de Gulf. Se ha ido.

No me gusta haber tenido que acortar la entrevista, pero ese chico tiene la facultad de provocar que haga locuras y diga estupideces. De alguna manera, me encanta. Gulf me gusta mucho. Es una contradicción viviente.

Noto que se siente atraído por mí, pero que intenta que no sea así. Me he dado cuenta de que es un poco tímido, aunque no quiere que lo sepa. Ver cómo se hace valiente, cómo acepta el reto, me resulta sumamente erótico. Hace que quiera presionarlo para ver hasta dónde está dispuesto a llegar. Sé que eso suena malvado, pero es cierto.

Algo en la reacción que tiene ante mis bromas hace que me hierva la sangre en las venas. Ahora lo único que sé es que tenerlo cerca hará que los fines de semana sean muy interesantes. 

Me siento a escribir un correo electrónico para Marie, que es la dueña de la tienda que me suministra los uniformes y no puedo evitar imaginar el aspecto que presentará Gulf con unos vaqueros negros de cintura baja y una ajustada camiseta negra. No quiero que el personal que trabajan en mi local parezcan prostitutos, pero tampoco me importa que las chicas enseñen un poco de piel y escote; eso hace que se vendan más copas. En el caso de Gulf, me proporcionara muchísimo placer. Estoy deseando que llegue la noche de mañana.

Gulf ya tiene un aire misterioso y sexy, será muy divertido dejar que estire sus alas en un lugar donde va a captar mucha atención. Lo más divertido que haya vivido desde hace mucho tiempo.

Comienzo a pensar en qué puede consistir la demostración que quiero que haga.



Gulf.

Me despierta el timbre del móvil. Abro un ojo, somnoliento, y miro el reloj en la mesilla de noche. Son las seis y cuarto de la madrugada. ¿A quién demonios se le puede ocurrir llamar a esas horas? Observo la pantalla iluminada del teléfono. No tengo ese número en la agenda y tampoco lo reconozco. Me planteo no responder. Pero que sea tan temprano es, precisamente, lo que me hace contestar. Siempre me siento intranquilo cuando recibo una llamada muy pronto o demasiado tarde.

—¿Diga? —me decido por fin. Tengo la voz ronca incluso para mis propios oídos.

—¿Gulf?

Me baja un escalofrío por la espalda. Es Mew. Su voz hace que aparezca en mi mente una imagen de su apuesto rostro, con aquella sonrisa arrogante de chico malo, y su ancho pecho. Al momento, noto que me derrito.

—¿Gulf? —repite.

No, no puede ser Mew, tiene que ser Tharn. Es demasiado temprano para que el propietario de un club esté levantado. Para mi desgracia, la imagen mental que se forma en mi mente ante la perspectiva de que sea Tharn quien me esté llamado provoca el mismo efecto. 

«Eres mucho más voluble de lo que habías imaginado», me digo a mí mismo.

—¿Sí?

Una risa profunda y grave. «¡Asquerosamente sexy!».

—Soy Tharn. Lamento llamarte tan temprano, pero estaré fuera casi todo el día y quería saber cómo te fue todo en el club. ¿Tienes el trabajo?

—No te preocupes, de veras. Aprecio el interés. Mmm... Lo cierto es que tu hermano va a hacerme una especie de prueba. Lo llamó demostración.

—Ahhh... —dice él como si supiera a qué me refiero—. Mew prefiere que sus empleados sepan también entretener a los clientes.

Por primera vez recuerdo que Mew ofrece pases privados de strippers y me siento horrorizado. «¡Santo Dios! No pienso hacer un striptease». Me siento de golpe en la cama.

Gulf's DecisionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora