Parte 10

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El silencio en el interior del coche es un poco tenso. Bueno, quizá tenso no sea la palabra correcta. Para mí está… cargado. Sexualmente cargado.

Me pregunto si Tharn sentirá lo mismo.

«Quizá no lo haga. Quizá coquetea así con todos».

Lo pienso durante un segundo. La perspectiva me resulta a la vez decepcionante e irritante. Sin embargo, estoy seguro de que no es el caso.

Es posible que solo sea mi ego el que habla, pero realmente creo que Tharn no suele comportarse así con nadie. Por lo menos eso espero. Por alguna razón, me parece un hombre fiel.

«Me sorprendería mucho que engañase a Marissa».

Apostaría lo que fuera a que es de verdad un buen tipo, de la clase que necesito en mi vida. La cosa es que jamás será mío, precisamente porque es un buen tipo.

Su naturaleza —el chico bueno que es fiel a su novia hasta el final— imposibilita que ocurra nada entre nosotros. Incluso aunque terminaran su relación, él se comportaría de una manera sensible y jamás saldría conmigo por ser primo de su ex. Como diría Shawna, ¡una putada!

—¿Lo has solucionado ya?

La atractiva y profunda voz de Tharn interrumpe mis pesimistas pensamientos.

—¿El qué?

—El hambre en el mundo.

Sé que le estoy contemplando como si le hubieran salido alas o un tercer ojo en la frente. Desvía la vista de la carretera un par de veces para mirarme antes de reírse.

—Por si acaso no es evidente, no sé de qué me hablas —le digo.

—Eso parece —replica él con ironía mientras esboza una sonrisa de oreja a oreja—. Quería decir que parecía que estabas pensando cómo resolver algo muy importante. ¿Va todo bien?

Me apoyo en el reposacabezas acolchado de piel y clavo los ojos en su bien parecido rostro. Con el pelo bien peinado con raya al lado —a diferencia de su hermano, que lo lleva revuelto— y la piel bronceada por el sol, parece James Bond. Soy tan sensible a sus encantos como si realmente fuera el elegante agente del MI6.

«Me ha conquistado por completo. Hace que me agite, que me revuelva por dentro».

—Te queda muy bien el esmoquin, ¿lo sabías? —Veo que frunce el ceño sin sonreír. Muevo la cabeza y miro hacia el frente, al parabrisas—. ¡Dios mío! ¿Podría dejar de decir tonterías?

«¿Qué me pasa?».

—Imagino que si te esfuerzas lo conseguirás —me responde él riéndose por lo bajo.

—Estás en lo cierto, Bond.

Vuelve a reírse. —¿Bond? ¿Cómo James Bond? ¿Cómo se te ha ocurrido eso?

Giro la cabeza para volver a mirarle.

—Er… mmm… er… Estaba pensando en revolverme y agitarme. — Me mira de reojo y arquea una ceja—. Quiero decir que estoy seguro de que podrías agitarme y revolverme. —«¡Oh, Dios mío! ¡Que alguien me tape la boca!»—. Me refiero a que estoy seguro de que puedes agitar una bebida sin revolverla. No a mí. —Resoplo. «¡Mi madre, acabo de resoplar!».

—¿De verdad estabas pensando eso? —Curva los labios en una sonrisa muy sexy. Con la ceja arqueada y los labios sonrientes, se parece muchísimo a su hermano. Normal, ¡son gemelos!

Durante varios segundos clavo los ojos en él de una manera embarazosa y tardo un rato en ser capaz de volver a pensar. Cuando llega la razón, comienzo a recriminarme. «¿Qué demonios te pasa? Ya que estás, ¿por qué no le dices que detenga el coche en el arcén para poder subirte a su regazo»?

Gulf's DecisionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora