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He pasado muy tiempo sin tener una casa que sea mia, un hogar en sí. He vivido en una cantidad incontable de casas de mi madre, siempre pequeñas comparadas a la casa de mi padre. Aunque nunca realmente mías.

Tú eres como me imagino que se siente una casa, la comodidad tan familiar que realmente no hay nada que quieras ocultar. La gentileza que hace que se te olvide si aun tienes el cabello hecho mierda por las almohadas y lagañas en los ojos. La seguridad tan abrumadora, de que pase lo que pase, ahí estas. Siempre.

Encontré una casa que era mía, un lugar donde podía pasarme los días en el sillón, viendo las películas más ridículas del mundo y riendo hasta que me dolían las mejillas y el estómago, contigo.

Pero decidí empacar mis maletas y desaparecer por un tiempo, sin un porqué más que una rápida excusa con mirada ensombrecida. Y era verdad, hasta cierto punto.

Porque eras mi casa, tan maravillosa y casi perfecta, pero había veces que si mirabas el tapiz de la sala notabas que había un poco de humedad aquí y allá. En la cocina siempre hay un pequeño desastre en algún lado y la cama nunca estaba hecha. Pero estabas tu.

Tuve que irme porque me desperté y no pensé en ti y no espere como un niño la noche antes de navidad para decirte que te amaba y que te había esperado, como un pequeño perrito que recibe a su dueño al llegar a casa después de un día largo fuera.
Porque entre tus mensajes y los de personas que apenas conocía, escogí los de personas cuyo nombre nisiquiera sabía pronunciar.
Porque hice que alguien se sintiera bien mientras tu estabas dormido a muchos kilómetros de distancia la noche después de alejarme.

No quería perderte. Y Dios, no quería alejarme pero mi tedio se volvió más que mi amor y tuve que aceptar que no ibas a ser mi Carlos Vives y yo no iba a ser tu Catalina de Ascencio.
No íbamos a tener ese romance eterno y maravilloso que dura toda la vida. Por lo menos no está vida.

Me partió el alma, darme la vuelta y largarme pero es que mi corazón, eres mi alma misma, no podría quedarme solo para lastimarte un par de días después cuando metiera la pata. Porque lo iba a hacer, tal vez accidentalmente, tal vez de una forma peor. ¿Cómo podía quedarme si estaba condenada a romperte inremediablemente el corazón?

Eres todas las cosas buenas del mundo, realmente lo eres. Y no creo ser capaz de amar a alguien como te ame a ti. Realmente eres la mitad de mi alma y todas las cosas buenas del mundo.

Pero yo no lo soy mi alma, no soy buena, ni amable, ni dulce y se que nadie me va a querer tanto como me quisiste tu. Pero no puedo pasar nuestras vidas enteras empujandote a ser alguien que no eres mientras yo pretendo ser todo lo que no soy. No debería de tratar de cambiar quien eres, debería de ser algo que festeje y adore, pero nací son ruido en las venas y la calma nunca me ha sentado bien. No podía llevarte a regañadientes a vivir la vida que yo quiero pero mi bebé, la vida que tu quieres es muy distinta a esta. De verdad

Siempre vas a ser el amor de mi vida, todas las cosas buenas del mundo y la mitad de mi alma. Te lo juro. Y de verdad espero no haberte causado tanto dolor, de verdad lo siento bebe.
Te adoro

Realidad Con Sabor A PoesiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora