Sonrie lentamente cuando la noto frente a mi. Con la mirada electrizada y una sonrisa del color de el cobre en los labios.
Ella es todo lo que siempre quise ser y todo lo que no soy.
Ella.
Ella con el cabello que vuela en el viento. Con las venas que son como los rayos que caen del cielo. Con las faldas que vuelan con gracia. Con magia en la yema de los dedos.
Ella que parece salida de una canción de Frank Sinatra. Ella que podría pedir cualquier cosa y nada le sería negado. Ella a quien sólo le falta una corona sobre la frente para que prometa mi vida a su protección.
Podría pasar mi vida admirandola con una sonrisa en los labios. Podría dormir mil y una noches con mi cabeza sobre su hombro mientras la escucho tararear alguna canción de moda. Podría esperar cientos de horas mientras ella juega con mi cabello al trenzarlo. Podría leer un millón de libros sólo para encontrar una palabra que este a su altura. Podría ganar cien pequeños argumentos con ella sólo para ver como arruga la nariz y mira hacia otro lado cuando está molesta. Y podría perder mil más sólo para ver esos hoyuelos que se le hacen en las mejillas y provocan que el estómago se me haga un nudo.
Besar sus mejillas siempre se siente tan puro. Como la madera que crece en el centro de un arbol. Besar sus labios es una utopía entera. Pues en sus labios existen galaxias perfectas, esperando por alguien que las alabe.
Ella es el Sol. Y yo no podria vivir sin su calor