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Crisis

No puedes evitar maldecir levemente mientras te arrastras debajo de las cobijas, la suave mordida de él alcohol recorriendo tu cuerpo, adormeciendo sutilmente el mundo a tu alrededor, unos cuantos tragos de la botella te permiten llegar a tu habitación.
Ha sido un día difícil. Desde antes que saliera el sol, con el cruel frío acariciando sin piedad tu piel durante la madrugada, regalandote memorias que no necesitabas recordar, reviviendo fantasmas que creías bien enterrados.

El nombre de ella quema tu lengua en silencio durante los primeros rayos de el sol y temes abrir los ojos sin poder decidir que es lo que mas temes, que haya sido un sueño o que haya sido verdad.
Al despertar no notas la ausencia de la decepción que se forma en tu pecho al descubrir que tu propia mente te ah atormentado por horas y que solo te encuentras tu en tu irremediablemente fría habitación .

El día avanza dolorosamente lento y aunque no es terriblemente malo la oscura sombra pesada de lo inevitable te acecha desde las orillas de tu visión todo el día. Lo que debería de ser un día de paz, se vuelve en un día de incertidumbre pacífica, como cuando después de un terremoto, el mar se aleja de la orilla preparándose para su propio infierno.

Tratas de mantener los recuerdos a raya durante las horas de sol pero los pasillos de hospital y la agonía de la espera de la muerte te acarician los tobillos sutilmente cada vez que exhalas el aire de tus pulmones, no puedes evitar preguntarte, esta vez será rápido o lento? Habrá de nuevo noches en hospitales y mañanas que se vuelven anocheceres en un pestañeo?
Tratas de sentir algo, miedo, desesperación, esperanza, lo que sea pero nada acude a tu búsqueda, un simple intento de interés mal fingido y la desagradable sorpresa de que el aturdimiento que creíste se había derretido sobre tus huesos hace meses sigue ahí, en un aterrador silencio, casi como si esperara saltar sobre ti y asustarte hasta los nervios, el aturdimiento que se te a enredado por debajo de los huesos y se ha fundido con tus nervios. Te aterra el hecho de que tu primer pensamiento lógico frente al desastre no fuera otro que sobre las cosas físicas que pasarían a ser de tu poder si la tragedia besara tus nudillos de nuevo.

La verdad es que te gustaría estar aterrada. Aunque sea eso. Pero sólo logras sentir una vaga sorpresa que se esfuma en dos minutos dejándote solo terriblemente cansada. Preguntándote que tan bajo has caído mientras preparas café para pasar la noche con la incertidumbre sobre lo que la nueva madrugada te espera.

El alcohol te muerde los nervios ya entumidos y tus músculos sólo duelen mientras tratas de mantener el frío lejos de tus cobijas. No ha sido un día largo, has tenido días peores que terminan en risas pero hoy te sientes como si el aire se te hubiera acabado hace meses y llevaras todo este tiempo respirando de aire robado.

La muerte no te asusta, hace tiempo dejó de hacerlo y hoy, por primera vez en meses sientes la dolorosa necesidad de llamarla hacia ti. Añoras sentírla y casi ruegas de rodillas para que te alcance.

Estas cansada de esto. Estas cansada de existir y estás cansada de no sentir más que la imitación más barata de sentimientos tan importantes.

Carajo. Fue un día difícil.

Realidad Con Sabor A PoesiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora