El tenía el rostro de alguien que me rompería el corazón, pómulos altos, rizos negros y miraba hacia otro lado.
De los labios colgaba precario un cigarrillo y sus manos se escondían en sus bolsillos.Podría haberme sometido frente a el si así me lo hubiera pedido, porque su rostro era el de alguien que podría haberme destruido.
Cuanto exigimos de las personas que no cumplen nuestros requerimientos y cuanto permitimos de las personas que por mera coincidencia lo hacen.