PREFACIO

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Oí gente gritando y ruidos de cosas romperse, mamá me dijo que me quedara en mi habitación y que por ninguna razón tratara de salir

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Oí gente gritando y ruidos de cosas romperse, mamá me dijo que me quedara en mi habitación y que por ninguna razón tratara de salir.

Pero estaba asustada y no quería que ninguno de esos hombres malos la lastimara, tenia que ayudarla de alguna manera. Hace una semana acababa de entrar en la Academia Superior de la Citadel. No había aprendido nada aun, solo me habían enseñado las reglas iniciales y habían hecho demasiados exámenes que me cansaban, pero seguro podía ser de ayuda.

Saque unas tijeras de punta filosa que había escondido, mamá y papá decían que no debía jugar con objetos filosos aun, pero si no las tenia ¿como iba a poder cortarle el cabello a mis muñecas?. Baje silenciosamente las escaleras y entre mas me acercaba a la oficina de papá, mas ruidos había.

Abrí la puerta con toda la valentía que pude reunir, pero al instante los ojos oscuros de un hombre grande conectaron con los míos. Su mirada de sorpresa me dejo quieta mientras veía como una sonrisa se extendía por su boca. Seguí el movimiento de sus piernas mientras a grandes pasos se acercaba. Mi respiración estaba como loca al igual que mi miedo.

Busque a mamá con la mirada. Entonces la vi, al final de la habitación se encontraba golpeando a un hombre igual o hasta mas grande del que se acercaba a mi, estos señores parecían ogros feos y aterradores. Me tambalee recordando mis tijeras, alce la mano mostrándolas y tratando de alejarlo de mi, pero el hombre no hizo mas que reír y escupir un poco de sangre que estaba empezando a salir de su boca. Que asco. En ese momento mamá giro la cabeza hacia mi y el hombre con el  que peleaba ahora estaba en el suelo. Parecía muerto, ojalá lo estuviera.

-Eres una desvergonzada mentirosa Alessia.—El ogro extendió una grotesca sonrisa de ogro. Como la de los cuentos que papá me leía.

-¡Aléjate de ella!.—Hablo mamá.

-Quien diría que no perdiste el tiempo. El Boss se sorprenderá.—El hombre giro la vista hacia mamá.

-Y tu no vivirás para contárselo a nadie.—Dijo mamá furiosa.

Mis palmas sudaban y no sabia hacia donde mirar.

-¿Crees que lograras esconderla por mucho?. Solo mírala.—El hombre me señalo divertido.

No entendía nada. No sabia que hacer. La mirada de mamá se fue sobre mi, estaba triste, lo notaba en la forma que sus ojos me miraban. ¿Como la ayudo?.

-Nadie podrá lastimarla mientras yo viva.

Mire sus manos ahora con un arma. Habia sangre por doquier, ella estaba llena de sangre. Comenzó a correr hacia nosotros con la arma arriba no sin antes gritar.

-¡¡CORRE, AHORA!!.—Los ojos de mamá me miraron fijamente.

Me agache y salí corriendo de la habitación, escuchando el fuerte sonido de ¿balazos?, ¿Así sonaban?. Me moví hacia la entrada viendo como un grupo enorme de hombres armados se acercaba a la casa. Tape mi boca con la mano mientras contenia un grito, incapaz de también contener las lagrimas que escapaban de mis ojos.

Linaje de PoderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora