Capítulo 44

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El despertar siempre era la parte más complicada de cada mañana. Jungkook sentía que se ahogaba en una invisible piscina de dolor intangible. Solía ser tan demoledor como fatídico el impresionante suceso de continuar respirando.

La habitación se hallaba deshabitada, a excepción de su cuerpo postrado contra la camilla como un cuerpo inerte. Con la temperatura controlada (pero siempre más fría de lo necesario), las cortinas corridas y el alféizar de la pequeña cristalera decorada con una pequeñita planta ornamental de azaleas rosas, que poco lograban hacer para amenizar el insípido ambiente.

Podía perderse por horas en los minúsculos pétalos bugambilias, casi logrando captar cómo el capullo se abría segundo a segundo, hasta convertirse en lo que había conocido como una bella flor.

Era una habitación sin distractores en un edificio sin alegría.

Seúl le había recibido hace un mes, con su luz plateada y su incansable ruido de fondo. Hoseok fue quién organizó su traslado al prestigioso hospital privado en donde se encontraba, y a partir de ahí, Yoongi y él le visitaban cada día, sin falta. Yongsun y Soyeon también acudían a su tediosa habitación, con menos frecuencia, pero tratando de regalarle fuerza y energía en cada visita.

El traslado hacía la ciudad demoró un par de días, a partir de que sus amigos fueron informados de su estado, debido a que la comisaría local había hecho sus propios esfuerzos para tenerlo tan cerca como fuera posible. Sin embargo, después de que Yongsun se presentara a la espalda de Jungkook, y que este pudiera relatar cada uno de los recuerdos que tenía bien alojados en su cabeza bajo la incrédula mirada de la pareja de detectives, fue que el traslado pudo ser posible.

Cuando hallaron un cuerpo calcinado hasta los huesos entre los escombros, y en la zona en la que el alfa había especificado, dieron su testimonio como válido, al menos, parcialmente. En aquel entonces, aún hacía falta reconocer el cuerpo, y aquel proceso, lleno de burocracia, tardó varios días sin aportar mayores avances. Hasta que finalmente los resultados de las placas dentales fueron entregadas al departamento encargado del caso, confirmando así la identidad del cadáver, y proporcionándole mayor validez al testimonio de Jungkook.

De alguna forma, Yongsun había logrado que el traslado del alfa a la gran ciudad se llevara en buenos términos, a pesar de que el caso aún no se hubiera cerrado. Sin embargo, Jungkook estaba siendo escrupulosamente vigilado. No podía ir al baño sin que alguno de los guardias que custodiaban su habitación se enterara de ello.

Sus actividades frente a la empresa se habían reducido. Hoseok, al llevar varios años dentro de la compañía bajo la imagen de ejecutivo impecable, era quien hacía de su representante; aquel que se sentaba cada tarde a hacer frente al interminable papeleo, si bien tenía que conversar con él cuando había que tomar una decisión importante. Su inesperada pausa de actividades no era bien vista ante la mayoría de los accionistas, incluso para aquellos que habían votado por él. Pero mientras mantuviera la boca callada, a Jungkook no le importaba lo que fuera que pensaran.

Él llevaba ya varios días hastiado, pero no tenía claro de qué. Agradecía las atenciones de sus amigos, pero algo parecía no estar en su lugar. Jungkook sabía la parcial razón de ello, sí, pero había decidido que evadirla era menos doloroso para su pobre corazón.

No pensar en él, no rememorar los momentos que vivió a su lado ni evocar la suave textura de sus labios, se convirtió en su reto diario. Lo había definido como su desafío personal. Pero para su desdicha, eran escasas las ocasiones en las que lograba alcanzar su objetivo.

Su pobre y desventurado lobo parecía haberse marchado a un eterno sueño. Cansado de lamentarse, dejó de hacerse presente. Abandonando la mente humana de Jungkook y dejándola completamente desamparada.

Vendimia || KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora