Capítulo 47

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¡Crack!

Su cuello se había lastimado en algún momento. Probablemente al impactar contra el suelo. El lacerante dolor en esa zona fue lo primero que su cabeza asimiló cuando la lucidez regresó a él. Su cuerpo, tan pesado como el plomo, se negaba a reaccionar y sus extremidades se encontraban entumecidas.

No entendía de dónde llegaba la humedad; ni tampoco por qué un silbido constante acosaba a sus oídos. Como un piano que se había quedado trabado en la nota más aguda.

Intentó abrir los ojos, pero comprobó que no tenía fuerzas para hacerlo. Poco a poco, Jungkook comenzaba a notar que las cosas no estaban bien.

¿Qué hacía en el suelo, cubierto de lodo?, ¿Por qué un diluvio caía en sus espaldas?, ¿Por qué su lobo arañaba las heridas paredes de su interior con histeria?

Su cenagosa existencia le pesaba. La nula capacidad de reacción de su cuerpo comenzaba a inquietarlo. Intentó respirar a profundidad, pero con cada inhalación, sentía que se asfixiaba; era como si hubiera caído súbitamente en un lago encantado, que cada vez lo engullía más y más profundo.

«¿Qué es esto?» Se preguntaba. La enardecida pregunta comenzó a repetirse. Más fuerte. Más alarmante.

La creciente ansiedad lo incitaba a hiperventilar, pero no podía hacerlo. No cuando la asfixia comenzó a aterrarlo. Su corazón retumbaba en sus oídos con la fuerza de una explosión.

Sus pensamientos merodeaban insistentes; el pánico se acrecentaba. Quería gritar y pedir ayuda. La parálisis estaba apunto de matarlo. Necesitaba...

— ¿Jungkook? — Fue como un incrédulo suspiro ahogado, una exclamación de angustia y alivio. Después, se transformó en un espeluznante alarido anegado en desamparo. — ¡Jungkook!

Un par de brazos removieron su cuerpo. Lo voltearon hasta que quedó de espaldas al suelo. Por fin, Jungkook pudo inhalar con libertad. Y el alivio que sintió no tuvo comparación.

Entre el viento, la lluvia y los truenos, decidió concentrarse en el olor que se acercaba a él. El durazno, la vainilla y el toque de miel lograron lo que él no había podido hacer en aquellos desesperantes minutos: tranquilizarse; comprender que todo estaría bien.

Poco a poco, comenzó a abrir sus ojos. Se sentía débil sin razón.

Pero cuando por fin pudo enfocar la vista, vió a Taehyung justo encima de él.

Sin embargo, la escena que presenciaba no era un cliché celestial. Taehyung no parecía un ángel caído del cielo que había llegado para ser su salvador. No.

Más bien, era un soldado que acababa de salir de una batalla brutal.

Lo que delató su llanto fueron los mudos gimoteos que sacudían a sus caídos hombros. Sus pupilas estaban dilatadas, más allá de lo sano. La camisa que vestía se hallaba hecha jirones, e incluso estaba desgarrada en la zona inferior, como si hubiese intentado cortarla en dos de un solo jalón.

¿Acaso las manchas oscuras en su ropa se trataban de sangre?

Aquello era demasiada información para su pobre cabeza. Así que primero intentó espabilar. Y con una inaguantable lentitud, los recuerdos comenzaron a llegar.

Observó otra vez la escena como si la viviera una vez más. El bosque, la tormenta, Taehyung... ¿Dónde estaba Yugyeom? No es que le preocupara, pero le desconcertaba no verlo merodeando.

Hizo amago de incorporarse, por lo menos hasta quedar sentado. Y el omega se apresuró a ayudarlo. Le tendió los brazos e hizo presión en su espalda para evitar que se tambaleara.

Vendimia || KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora