Capítulo 4.

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El Sol llegó a su rostro de manera imprevista, generando una molestia instantánea. El calor abrasador parecía quemar su rostro como fuego vivo justo a su costado. Se removió perezosamente en búsqueda de una mejor comodidad. Mala idea.

Casi pudo escuchar cómo sus pobres huesos en su espalda crujían dolorosamente. Intentó abrir sus ojos, pero la descomunal lámpara encendida sobre su cabeza le proporcionaba de una luz cegadora. De nuevo removió su cuerpo, notando que su espalda estaba recargada sobre una superficie excesivamente rígida, tanto que podía asegurar que una tabla de madera sería mucho más cómoda.

Sus oídos no lograban conseguir los sonidos habituales de Busan. No escuchaba los autos moverse o pitar, tampoco lograba distinguir el sonido del enorme bullicio que producían los cientos de personas que ahí residía. ¡Qué extraño! Tan sólo escuchaba el correr tranquilo del viento, escuchaba un insólito sonido, parecía como un tenue y constante sonido, como el pequeño golpeteo de miles y miles de pequeñas cosas ligeras. No era molesto, pero no sabía explicarlo. Sentía el sudor recorrer desde su cuello hasta su nuca, producto del inmenso calor.

Aún con los ojos cerrados, palpó con sus manos la superficie donde reposaba su cuerpo. En efecto, era bastante duro, irregular incluso. Pero un pequeño detalle fue el que provocó que su cuerpo se tensara de inmediato. No podía ser, tenía una textura arenosa, y tenía cierta profundidad en algunos sitios, donde podría meter cualquiera de sus dedos con facilidad.

Era tierra.

Abrió los ojos finalmente, completamente desorientad y esperó unos momentos a que su vista se acoplara un poco a la luminosidad, empezando a divisar torpemente su alrededor.

-¿Qué demonios?-preguntó paralizado, levantándose de una sola, a una velocidad que tan sólo le provocó un mareo, pero ni siquiera esto pudo evitar que cerrara la boca, horrorizado-No es posible

Ahora podía identificar la causa del extraño zumbido que había advertido anteriormente. Era el viento correr entre los árboles y el pasto, pues justo en esos momentos se encontraba rodeado de ellos. Enormes y faustosos se alzaban frente a él, burlándose de su desgracia. No lograba divisar ni una sola construcción, pues a sus espaldas se encontraban unas enormes montañas, y frente a él el inmenso bosque, y a su alrededor no había ni una sola alma.

Parecía ser media tarde, justo en el momento en el que el sol ganaba mayor fuerza. Movió su cuello para buscar algo conocido que le indicara la existencia de la civilización, pero de inmediato maldijo al sentir una quemazón en el mismo.

Estaba sudado. Estaba requemado. Estaba solo. Estaba perdido. Apenas había abierto los ojos y su día ya estaba hecho una mierda.

Palpó los bolsillos de su costoso y ahora sucio saco, haciendo una profunda mueca de asco al saberse en ese estado. Tal parecía que su celular no se encontraba junto a él. ¿Ahora que se suponía que hacía? ¿Cómo debía de salir de aquel lugar, donde quiera que fuera?

Espera un momento

¿Cómo había llegado ahí en primer lugar?

Comenzó a rememorar los eventos del día anterior, ganándose un cierto dolor de cabeza de por medio. Recordaba que había terminado por parar a un antro de mala muerte, recordaba perfectamente la razón que le había empujado a aquel lugar. Sus memorias comenzaron a difuminarse conforme ingería un trago de alcohol tras otro.

No lograba saber qué había sucedido después de ello. No tenía ni una sola pista que pudiese serle de ayuda. Volvió a mirar a su alrededor, buscando algo que le sirviera de auxilio, mientras sentía la desesperación acrecentarse en su interior.

Vendimia || KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora